En respuesta, hay una protesta temerosa, a penas alzando la mano para reclamar semejante daño moral, social, económico, que globalizó nuestro linchamiento… por proxenetas
El protagonismo acaso involuntario que Tlaxcala, y particularmente la zona de Tenancingo, en asuntos relacionados con la trata de personas tiene ya consecuencias, algunas muy graves, en losl ámbitos económico, cultural, y de un constante linchamiento a las personas oriundas de esta parte del estado.
Por ejemplo, uno de los fraccionamientos recién construídos en Papalotla, observa tal caída en sus ventas que los empresarios optaron por rematar sus casas, tratando de recuperar su inversión y así buscar mejores lugares, sin la mala sombra de esta región, donde a las familias, de alguna manera se les quiere involucrar en tramas como las planteadas por los productores de Discóvery Chanel, en el documental De Tenancingo a Nueva York.
¿La respuesta de la autoridad?
Tibia y timorata. Según una nota de Reforma, «La titular de la Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico (Setyde), Adriana Moreno Durán acusó que un documental que emitió el año pasado el canal norteamericano Discovery Channel afectó la imagen del Carnaval local que iniciará el 17 de febrero».
¿Nada más afecta al carnaval?, ¿no hay daño moral a hombres y mujeres de Tenancingo y sus alrededores?
Hay una justificada protesta en contra de proxenetas y autoridades incapaces de sentenciarlos. La hacen activistas como Lidya Cacho y Rosi Orozco. Potenciadas por empresas televisivas con el prestigio de Discóvery, y aprovechadas por los verdaderos proxenetas, mexicanos y extranjeros, dueños de los mecanismos de trata, y ávidos de contar con un chivo expiatorio, exactamente como Tenancingo, Tlaxcala.
Sobre aquellas casas de Papalotla, los inversionistas bajaron de 520 mil a 470 mil el precio. Era su ganancia. Hoy reconocen como el peor de sus errores haber elegido esta zona, limítrofe con la capital poblana, para ofertar vivienda.
El audiovisual «Trata de Mujeres: de Tenancingo a Nueva York» presentó al carnaval de esa comuna del sur de Tlaxcala como un espectáculo en el que los padrotes demuestran su poder, añade la corresponsal de Reforma, Ana Laura Vázquez.
Y detalla: «En el Carnaval de Tenancingo danzan cada año durante el carnaval los conocidos charros y catrines, quienes se propinan latigazos con una «cuarta».
¿Por qué no pedir a Orozco y a Cacho, que agranden su mira y no nada más se fijen en la deteriorada zona de Tenancingo?
Es injusto concentrar esas descalificaciones en un solo lugar, dejando salvos a peces gordos como las grandes televisoras, como esas poderosas agencias de modelos y edecanes, de actrices y cantantes, o aquellas importadoras de mujeres en condición vulnerable, para despojarlas de cualquier documentación y, entonces sí, dedicarse a explotarlas.
Por lo pronto el daño que nos han causado es irreversible.
Comienza a aparecer la podredumbre
Un alcalde, Carlos Ixtlapale, capaz de desaparecer 88 millones de pesos, u otros como Orlando Santacruz y Pedro Pérez Lira, dejando sin cubrir sus compromisos, o de plano recibiendo los reportes de los cheques sin fondos girados por ellos, nos muestran el crudo panorama de opacidad con maña, impulsado por la comisión de fiscalización, sesionando a puerta cerrada, y por el Órgano de Fiscalización Superior (OFS), donde estaría en pleno apojeo esa terrible venta de protección a alcaldes, determinados a no ver sus nombres en el pizarrón de los castigados.
Duele aceptar que ciertos munícipes se presten al pago de cuotas para aprobar sus cuentas públicas.
En otras palabras, del presupuesto, reservan cantidades que pudieron haberse usado para obras y servicios, pero que van a parar a las cuentas bancarias de los nuevos y viejos protagonistas de la fiscalización.
De dónde le nace la iniciativa al perredista Salvador Méndez Acametitla, presidente de la comisión de fiscalización, para cerrar las puertas durante sus sesiones, dejando fuera al pueblo, ese pueblo que de muchas maneras se incluye en la plataforma de su partido, el de la Revolución Democrática.
Se me hace que estos son los chivos expiatorios de fin de sexenio, cuando sea incontenible seguir tapando a los hacedores de los grandes negocios, con el sambenito de la oposición, pero orientados a hacer fortuna sin esforzarse, a las costillas de un tejido social que por cierto, ya los tiene perfectamente identificados.
Los excesos del poder
Se me hace de lo más vergonzoso que personal de apoyo y de seguridad sea utilizado en labores ajenas al nivel con el cual cobran en la nómina del gobierno estatal.
Por ejemplo, dicen que un secretario, de los más viejos (ha de ser uno que usa penacho de Moctezuma) permite a su esposa usar a sus escoltas para ir por el mandado, o para ir a dejar los pedidos del negocio este gurmé que tiene en la Avenida Juárez, cerquita cerquita del palacio de gobierno.
A cualquiera le daría pena que el personal de cierta oficialía mayor haya sido usado -por muy rebelde que sea- por un hijo desobediente para ir a patear las puertas de cierta comisión de agua, donde solía cobrar como director.
Y si nos vamos a los extremos, qué me dice del sujeto ese que permite a su boluda esposa tener chambeando como doméstica a la persona que cobra como directora de una sala de cine.
Hay que ser muy cínicos, verdad, para hacer estas vilezas, verdad…
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