El secuestro volvió a quitar la tranquilidad a las familias tlaxcaltecas, a la fecha suman más de tres, pero de ello no se sabe… lo que sí nos agravia son ejecuciones en plena capital, robos, patrullas de la policía municipal fuera de jurisdicción, pero eso sí… con mucho estilo…


¿Qué ocurre cuando el legítimo derecho a la integridad de las personas y la salvaguarda de sus bienes deja de ser prioritario para la autoridad?

Lo que a diario vemos en Tlaxcala.

Tres o más secuestros, de los que nada se sabe, y que han vuelto a poner bajo el reflector la delgada línea entre el bienestar de las familias y el infierno al que descienden en esa circunstancia.

Provoca escalofrío la manera como ejecutaron a un vendedor de autos. Oiga, sucedió a tres calles del zócalo de Tlaxcala, no de alguna ciudad norteña donde las ejecuciones son una habitual tragedia.

La casa de una ¿respetable?, familia de Zacatelco almacenaba autos último modelo robados con violencia, sobre todo en el estado de Morelos.

Patrullas de la policía municipal de Tlaxcala, como la 008 circulando fuera de su jurisdicción, vista por nosotros, nadie nos lo platicó.

Dejamos de ser el estado más seguro y nos inscribimos en las estadísticas nacionales del crimen organizado.

Teníamos toda la esperanza que con la llegada de un experimentado político al gobierno, una cascada de acciones marcaría la diferencia de aquél gobierno panista de los excesos.

Las cifras no mienten. La sangre derramada no es de utilería. La infelicidad de familias, sus bienes afectados, todo ello dibuja un paisaje contrastante con aquellas, ¿se acuerda?, promesas de campaña del chirrisco neurótico, quien en unos meses devino a lobo estepario.

La sinrazón de colocar a un personaje con antecedentes, en el área concentradora de imágenes enviadas por cámaras de seguridad es un escándalo aquí y en China.

Ahí, hacen el seguimiento detallado de quien quieren. De quien les conviene.

¿Tiene usted idea del poder de ese “big brother” con cola de lagarto?

Yo también creo que es un rotundo error de una autoridad empeñada en demostrar que nadie manda más que él. Así nos lleve el diablo.

Del Poder Judicial

En este submundo del autoritarismo y la sustantiva visión de la seguridad en tanto negocio, han cobrado notoriedad las bacanales que involucran a integrantes del Tribunal Superior de Justicia, de la a, a la zeta, síntoma de la descomposición del Palacio de Justicia y los juzgados, donde cada expediente está sellado con el signo de pesos, generando eso sí, ingresos para dar felicidad a unos cuantos, a costa del sufrimiento de muchos.

Ni siquiera el tráfico ofensivo de mordidas y la razón asistiendo a quien la pueda pagar, se comparan con el superlativo de la abyección, agotado del despreciable exceso en el que se desenvuelve. De nombre Justino Hernández, media un considerable trecho entre él  y la más mínima posibilidad de expresar un elogio por su conducción. Al contrario, es factor de la desvalorización de este gobierno, viviendo en su ámbito, del miedo de tantos…

Y al respecto, vale señalar al termómetro social en peligroso ascenso, a punto de reventar yo diría, pues mientras las grandes mayorías deben conformarse con lo indispensable, esta retahíla ha de vomitar sus gulas para poder aminorar el frenesí cardio/diabético acompañado de porcinos ronquidos.

De la ineficiencia administrativa

Tlaxcala, como otros estados de la República, tomó la determinación de renunciar al cobro del impuesto de tenencia automotriz.

Sería un gesto solidario de la autoridad, con la maltrecha economía de los mortales como cualquiera de nosotros, a quienes tener un cochecito nos resulta indispensable.

Pero invertir diez y hasta doce horas haciendo fila ante un personal sin voluntad y sin tecnología, nos regresa a los estilos administrativos de Emilio Sánchez Piedras, nada más que con diez veces más habitantes.

Largas hileras, por delegaciones. Prisa de los contribuyentes por poner su auto al corriente. Una y otra vez, “cae el sistema”, y los funcionarios panzones y las secretarias teñidas, nada más nos responden: “se espera”, y poco les afecta si las doce horas invertidas implicaron el sacrificio de más de una jornada de trabajo.

Un gobierno que se ufana de no cobrar tenencia, pero carente de la tecnología para atender a la clientela, ¿qué clase de bodrio es?

Yo le diría, es el gobierno de Tlaxcala, con un secretario de Finanzas, a quien su amo hace funcionar a zapes.

Ahora entiendo el porqué del despreciable maltrato al calpulalpense Ricardo García Portilla, incapaz de revivir el carísimo programa Tramitanet, mediante el cual quienes perdimos tiempo y esperanzas, pudimos emplear minutos para realizar el trámite, incluso para pagarlo con tarjeta de crédito o débito.

Estos escenarios no se nos dibujaron en campaña. Qué bárbaros. ¿Esto es el PRI de antes en el poder?, pues qué chafa.

Una de panistas

El eterno aspirante panista a la Presidencia, Santiago Creel Miranda, vino ayer oliendo a Palacio a un extraño acto de proselitismo anticipado dibujando la nueva alianza, Convergencia/PAN, pues estuvo organizado por la diputada local Eladia Torres, una chaparrita incansable con el sello orticista en el hombro.

El convivio, de lo más nice. El tipo, compartiendo el tremendo susto de hace cinco años, cuando no daban un peso por el revoltoso de Felipe Calderón y, ya ves, luego tuvieron que limpiar su calzado pues se convirtió en el jefe del aiga sido.

La creelmanía invadió a los panistas pertenecientes a la nueva versión del panismo local proclive al adrianismo y también al orticismo y, por qué no, a lo que queda de partido… no’mbre, si el gobierno anterior no se hubiera sacado de la manga a la sede del blanquiazul, despacharían en alguna caballeriza de Jiménez Tecpa, o en alguna banca del zócalo, donde acostumbra tomar el sol del simpático diputado, muy guapo y de cartón.