Corrupción, engaño y odio, sustituyeron a la ideal Patria ordenada y generosa, propuesta por los fundadores de Acción Nacional… ¿quién es el guapo, o la guapa que le entra a remover escombros y lavar con ácido el desamor de las ruinas del blanquiazul?
Desde sus orígenes en Tlaxcala, como un partido conformado por idealistas, de las hechuras de Luis González Pintor –quien llegó a ser senador- hasta el palenque en que devino, gracias al triunfo orticista en 2004, que se sirvió de su registro para contender, el PAN hizo de esta entidad una especie de ranchito de los dos presidentes de la República emanados de él.
Vicente Fox, vía la polémica gestión de Martita Sahagún, atestó entre otras cosas a Tlaxcala, de bicicletas malhabidas, justificadas a través de la fundación encabezada por esta singular panista. Se supone que aquellas serían para acercar a los niños pobres a sus escuelas, pero se convirtieron en descarada moneda para comprometer votos.
Ni llegaron a las manos de niños pobres, ni mejoraron la grotesca imagen del presidente de las botas, las sábanas ostentosas y las brutalidades a flor de piel.
Pero sí sentaron el precedente de un partido del que cualquiera podía servirse, siempre y cuando hubiese dinero o votos a cambio. Penosamente, el instituto político cuyo abanderado fue capaz de echar al PRI de los Pinos, fue devaluando, hasta convertirse en lo que es hoy, una especie de club cuya membrecía es una especie de boleto premiado de la lotería, aun a costa de su propia destrucción.
Después vendría Felipe Calderón Hinojosa, con su estilo autoritario y sus facturas permanentes por cobrar a quien hubiera osado disentir en el proceso del cual salió ungido. Su prisa por exterminar adversarios fraternos germinó clones suyos, corregidos y empeorados que, en materia de odios fueron capaces de transformar el legado gomezmorinista en una gran bandeja de hiel, donde todos y todas son culpables, “aiga sido como aiga sido”…
Y ese es el momento del antes y el después del PAN en Tlaxcala.
Más allá del uso indiscriminado de sus siglas, en manos de un grupo huraño pero determinado al dominio, lo infectó la amargura a niveles moleculares de quien pintaba para ser la gran lideresa que consiguiera destronar a los viejos políticos, mediante una maniobra histórica conocida como renuevo generacional.
Mas su calderonismo cegó con ira su mirada, de sí muy corta, y la hizo afecta a la agresión, física, legal, pecuniaria, así se llevara entre sus cuartos delanteros a militantes fieles a un romanticismo panista bien raro, por ponerse a salvo del insano pragmatismo con el cual hoy la derecha perdió esencia y emparentó con una izquierda light con el único propósito de morder a su histórico oponente, el PRI.
Pues esa sería la única manera en que los sobrevivientes panistas aspirasen a seguir en la lucha. Sin el dinero aportado por su intenso benefactor, Héctor Ortiz, este instituto político es un barquito navegando sin rumbo en aguas turbulentas. Por tanto les urgen aliados, así sea a costa de pisotear sus principios.
Un ejercicio de evaluación de futuras alianzas PAN-PRD en Tlaxcala, fue la dimisión de la senadora Minerva Hernández Ramos, de una respetable y digna candidatura perredista, a la súbita mixtura con Adriana Dávila, sin rumbo, sin definición, pero eso sí, amplia y suficiente para despertar el desprecio de una militancia perredista, a la cual aparecen ronchas cuando alguien les dibuja escenarios aliancistas con los panistas.
En consecuencia, la vida del PAN depende de la voluntad de su mecenas Ortiz, a quien Adriana ya pidió no dejarlos de su mano, pese a ya no disponer de la chequera de la Secretaría de Finanzas del gobierno estatal.
Qué triste verdad… colocar el capital político de un partido en la cartera de una persona, a la que por cierto poco le interesa seguir dando apoyo, a un PAN que le dejó de ser necesario. Aun peor, que hizo fracasar a su grupo político, el orticismo, debido a la verticalidad de Calderón para impulsar a una donnadie.
Pues en febrero, este que no es un portento de partido, realizará los movimientos necesarios para renovar su dirigencia estatal… ¿Quién se apunta para levantar los escombros?
Cerrado el ciclo de su efímero éxito como fuerza electoral, el PAN de Tlaxcala, comenzará desde cero, primero recordando que por las venas de sus militantes debe correr sangre doctrinaria y no el espantoso pragmatismo de Calderón, a quien la historia juzgará como el enterrador del albiazul, ante una ola roja que no cree en nadie.
RIP por el partidazo de seis años en Tlaxcala.
A lo mejor, hasta venden su tremendo edificio para asegurar su sobrevivencia… quién sabe…
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