Todo esto se da en el marco de la elección del nuevo líder nacional del PAN, lo curioso es ver cómo tanto Adriana como Héctor, apuestan al mismo gallo, el senador Gustavo Madero, nada más que una con dos votos de consejeros nacionales y, el otro, con seis… es cuestión de números.

Dos muy probables movimientos panistas en las altas esferas estatales, incluso con impacto nacional, me tienen sorprendido. El primero es la incorporación de Adriana Dávila Fernández, al gabinete calderonista –crece la versión de que será como subsecretaria en la SHyCP, aunque podría ser también en otra dependencia.

El otro, saca de la jugada electoral de 2012 a Héctor Ortiz.

El propio gobernador declinaría la posibilidad de contender por un escaño en el Senado de la República, pero no se privaría de impulsar a alguien de su confianza, además con una fuerte estructura partidista para garantizar buenos resultados en la próxima jornada electoral.

¿Quién?

Guadalupe Lozano Tovar. Esposa de Ortiz, cabeza de las llamadas redes de mujeres y sobre todo, disciplinada primera dama, siempre en un segundo plano.

Su nombre habría sido propuesto por el propio mandatario, como una medida que lo aleje de la confrontación con su sucesor, Mariano González Zarur.

La estrategia orticista, y ahora también lozanista, propone la irrupción de “Lupita” en un entorno claramente machista, como sus analistas encuentran las cada vez más frecuentes apariciones del ganadero gobernador, rodeado de una especie de pandilla, en la cual sencillamente no hay mujeres.

Con Adriana Dávila ocupada en el nuevo encargo en el gobierno federal (ojalá cumpla con el perfil), y con Héctor Ortiz apertrechado, el inicio del marianismo abrirá incluso nuevas vacantes buscando equilibrarse.

Nombres como el de Minerva Hernández Ramos, seguramente volverán a brillar, tras el desgastante cambio de camiseta, al que se sometió en julio pasado.

Buscando el jaque en esta partida de ajedrez hay jugadas interesantes.

Es obvio que la de más corto plazo es el proceso de renovación de presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN). Y aquí lo interesante es que los contrincantes, Héctor y Adriana, apuestan porque les conviene, al mismo gallo, el senador Gustavo Madero.

Este, ávido de apoyo para conseguir los 381 votos de consejeros nacionales para alzarse con el triunfo, no ve con malos ojos, ni los dos, ofrecidos por la Dávila, y tanto menos, los seis de Ortiz.

Ahí sí es cuestión de números.

Y es interesante ver el mismo juego de silencio, aguante y misterio, con el cual Héctor suele actuar en eventos como este.

Finalmente -ha de reflexionar- carece ya de futuro político, pero nada más por no dejar, lo veremos poniendo piedras en el camino de Adriana.

Benja, falto de convocatoria

Es exasperante la pasividad de Benjamín Ávila. Siempre lo fue. Sobre todo ahora, cuando se muestra incapaz de unificar criterios entre los consejeros estatales para posibilitar la elección de un verdadero líder de este partido. (sí, porque él es como un alma en pena… mira que secretario general con atribuciones de presidente, resultó en una nulidad desde la perspectiva que le quieras dar).