Sin asimilar que el orticismo se encuentra en franco proceso de extinción y que su apuesta de ir al lado del PRI y Anabell Ávalos Zempoalteca en estos comicios para gobernador de Tlaxcala fue muy arriesgada, esa corriente política no sólo podría perder el registro del PAC como partido local, sino el control político y financiero de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx).

 

 

 

Ese grupo que hace unos años era referencia por la fuerza y músculo que representaba en Tlaxcala, hoy en día se encuentra muy disminuido y desgastado, al grado que su disque presencia sólo es representan un espejismo que engaña a incautos, a familiares y a recomendados y a amigos que siguen creyendo o soñando que algún día el orticismo volverá a detentar el poder en el estado.

 

La familia Ortiz dejó de apostar a la eterna perdedora y amante del silicón y el bisturí, la sobrina consentida Alejandra Ramírez Ortiz, para apostar al último eslabón que aún medio conserva cierta fuerza y una relativa presencia como es el caso del el ex rector de la UATx, Serafín Ortiz Ortiz.

 

Ese académico metido a político tratará de ganar la presidencia municipal de Tlaxcala con el respaldo del debilitado PAC, lo que para muchos representa una misión imposible porque hasta ahora Serafín Ortiz no tiene ninguna posibilidad de ganar o figurar, debido a que se encuentra muy rezagado en las preferencias electorales y a que se resiste a visualizar el monumental rechazo que registra no sólo su persona sino su familia, lo cual es muy claro en las redes sociales y en los círculos políticos de la entidad.

 

Su séquito de seguidores y aduladores seguramente le dijeron que se vio como todo un “rock star” de la política tlaxcalteca y que su arranque de campaña en las escalinatas fue multitudinario y maravilloso, pero no le dirán que su hermano Héctor Ortiz, jefe de ese clan y ex gobernador del estado, llegó de compromiso y que se le veía incómodo y no integrado, pues él mismo decidió marcar su distancia al llegar al gran evento con saco y corbata.

 

A Serafín Ortiz tampoco le explicaron que la ex alcaldesa capitalina, la priista Anabell Ávalos, se la pasa presumiendo sus logros en materia de seguridad alcanzados durante su gestión como presidenta municipal, razón por la cual era prudente que su hoy aliado omitiera algunos señalamientos o críticas en ese rubro.

 

Sin embargo, el investigador del Cijurep describió una realidad muy dura que dejó muy mal parada a su candidata a la gubernatura de la coalición “Unidos por Tlaxcala”, al sostener que el problema de la inseguridad en la capital de estado es muy grave y que se requiere con urgencia disminuir los índices de violencia en las calles, para lo cual se aplicarán medidas preventivas para detener el flagelo del mal y de la delincuencia que él ha sufrido en carne propia.

 

“Vamos a prevenir homicidios, violaciones, robos, extorsiones y secuestros con mano firme”, aseguró el aliancista que muy probablemente tuvo un arranque de lucidez al describir una realidad en materia de seguridad que las autoridades estatales y municipales nos han ocultado o han buscado minimizar.

 

Es obvio que ese especialista en derecho desconoce la realidad de la policía municipal, la cual apenas si está capacitada para atender peleas de borrachos, detener a ladrones de poca monta y realizar rondines en zonas no conflictivas de la ciudad, de ahí que es iluso pensar que si él se convierte en alcalde los guardianes del orden emprenderán una cruzada contra delitos de alto impacto como los homicidios, las violaciones, los robos, las extorsiones y los secuestros.

 

También Serafín Ortiz presumió a los integrantes de su planilla, con lo cual evidenció que su “influyente y poderoso” partido no cuenta con militantes capaces para ocupar las posiciones más importantes, ya que como síndica lleva a Elvira Salado Meza, esposa del desprestigiado panista Adolfo Escobar Jardines y como primer regidor a Juan Padilla Sánchez, hermano del operador priista Enrique Padilla Sánchez.

 

Si los gurús del orticismo piensan que los panistas y priistas de la capital respaldarán la candidatura del ex rector de la UATx por incluir a esos mencionados personajes, se equivocan y se llevarán una enorme decepción porque seguramente llevarán sus votos a otros abanderados como pudiera ser la soberbia priista Anabel Alvarado Varela o la hoy convenenciera panista Claudia Pérez Rodríguez.

 

Serafín Ortiz escogió un pésimo momento para participar en una contienda electoral. Las condiciones no le favorecen y es obvio que lo están engañando.

 

Después del 6 de junio cuando se conozca quién ganó las elecciones de gobernador, la de diputados federales y locales, así como la de alcaldes y la de presidentes de comunidad la realidad política del estado será diferente y muy seguramente el orticismo enfrentará un escenario adverso.

 

Por lo que se observa, la extinción del orticismo es inevitable.

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