LA CORTE DE LOS MILAGROS

Estefan Chidiac, a quién en realidad beneficia su salida

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Rodolfo Ruiz R.

No estoy muy convencido de los argumentos del delgado del IMSS, Enrique Doger Guerrero, sobre las causas que provocaron la derrota del PRI en las pasadas elecciones, ni sobre las razones que esgrime para que Jorge Estefan Chidiac deba ser removido de la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI.

Si el PRI perdió las elecciones para gobernador de Puebla no fue sólo porque el mensaje de Blanca Alcalá Ruiz se quedó corto frente a las expectativas de los electores, porque ésta evitó hacer señalamientos puntuales y oportunos en contra del gobernador Moreno Valle y su administración o porque lo hubiera cuestionando por usar de manera indiscriminada helicópteros para trasladarse a cualquier lugar y luego ella aparecer abordando uno.

No. Blanca Alcalá perdió por el voto de rechazo al PRI en Puebla y otros seis estados del país, porque su discurso no resultó creíble y porque su imagen de funcionaria honesta se vio apocada por denuncias de corrupción que la involucraban en operaciones irregulares y que ponían en duda su integridad, decoro y rectitud a su paso por el servicio público, y frente a las cuales nunca tuvo repuestas contundentes.

Doger Guerrero no creo que hubiera salido mejor librado que Blanca Alcalá en temas de corrupción.

En ninguno de los dos priístas la divisa del combate a la corrupción, el tráfico de influencias y la impunidad, hubiera resultado creíble. Y ese fue el gran tema que provocó la debacle del PRI en los comicios del domingo 5 de junio en Puebla y otros estados donde también hubo elecciones de gobernador.

Los motivos que Enrique Doger ha manifestado públicamente para pronunciarse por la renuncia de Jorge Estefan me parecen muy genéricos y poco contundentes.

Argumenta que al dirigente estatal del PRI le faltó tamaño, que es un buen financiero pero un mal estratega y un mal director de campañas políticas y que el gobierno federal es ajeno a lo ocurrido en Puebla, pues éste no gana ni pierde elecciones.

Ciertamente se esperaba más de Estefan Chidiac. Sin embargo para nadie es un secreto que su situación era muy incómoda. Por un lado es concuño de José Antonio Gali Fayad y, por otro, el grupo político al cual pertenece -o está vinculado a nivel nacional– es aliado del gobernador Rafael Moreno Valle.

No obstante, a petición de Blanca Alcalá, Estefan Chidiac asumió el reto de encabezar el PRI, aun a sabiendas que esa responsabilidad afectaría su relación familiar y de negocios con su concuño y que por esa encomienda ya no sería presidente de la influyente Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados.

Estefan perdió las elecciones y ese descalabro político ya le costó una ruptura familiar. ¿Qué ganaría el PRI quitándolo de la presidencia del Comité Directivo Estatal? ¿Quién se beneficiaría con su renuncia, acaso el PRI que por fin cuenta con un dirigente opositor al gobernante en turno? ¿No será que el principal interesado en su salida es Rafael Moreno Valle? ¿A poco es fortuito que Doger Guerrero, Iván Galindo y el periódico Cambio estén en una cruzada para echarlo de la dirigencia del PRI?

¿No que en política nada ocurre por casualidad como dijo Franklin D. Roosevelt?

Conste que son preguntas.

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