LA CORTE DE LOS MILAGROS

Se ahonda el distanciamiento entre el gobernador Céspedes y la viuda de Barbosa

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Si bien las relaciones entre el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina y la viuda de su antecesor, María del Rosario Orozco Caballero, son cada vez menos afables al grado que ambos hasta evitan encontrarse o acudir a los mismos eventos públicos y privados a los que son invitados, el trato entre aquél y el primo hermano del extinto gobernador Barbosa, Julio Huerta Gómez, sigue siendo cordial.

A la muerte de Luis Miguel Barbosa, Rosario Orozco y Julio Huerta se perfilaban como los custodios de los intereses y compromisos barbosistas, pero en el camino estos también están distanciados.

Porque Julio Huerta prioriza sus intereses políticos y personales sobre los del grupo que lo llevó a encaramarse el gobierno de su primo y del gobernador sustituto en calidad de secretario de Gobernación, aspirante de Morena a la gubernatura de Puebla y coordinador estatal del proyecto presidencial de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo.

Rosario “Charito” Orozco buscó convertirse en la heredera política de su marido, pero se equivocó. Ingenuamente creyó que el gobernador sustituto daría continuidad a los proyectos, políticas e impulsos de su marido, y que Julio Huerta sería el garante de que Sergio Salomón cumpliera tales acuerdos.

El gobernador Céspedes pronto se dio cuenta que el proyecto de Barbosa no iba hacia ningún lado y que las cosas no podrían seguir por ese derrotero, por lo que tomó el control de la administración, las compras y la contratación de obras y servicios de la mano del diputado priista Jorge Estefan Chidiac, su comadre Irma Patricia Leal Islas y dos exsubsecretarios que ahora son sus asesores, Francisco Fidel Teomitzi Sánchez y José Antonio López Malo Capellini.

Con lo anterior Céspedes no sólo tomó el control administrativo y financiero del gobierno, sino que desplazó a los operadores barbosistas que todavía rendían cuentas a la viuda.

A esos ajustes le siguieron otros en áreas estratégicas como la Secretaría de Finanzas, la SEP, el Sistema Estatal DIF, la Secretaría de Salud, la Coordinación de Comunicación Social, la Secretaría de Movilidad y Transporte y la Fiscalía General del Estado, de las que salieron secretarios o subsecretarios, coordinadores y directores administrativos, así como fiscales especiales que eran claves en la estructura de poder de la gestión barbosista.

El hijo del exgobernador y la viuda hicieron patente su molestia, recurrieron a Julio Huerta pero éste se desentendió, y es entonces que buscaron marcar distancia. En marzo, Miguel Barbosa Orozco escribió en su cuenta de Instagram: “Últimamente sus nombramientos estatales dan pena”, en clara y abierta alusión al gobernador sustituto.

Doña Charito ha dejado también constancia de su inconformidad. Hace un par de días subió a su cuenta de Facebook:

“Hoy hace 4 años triunfó la 4a transformación en Puebla, con Miguel Barbosa se acabó una época obscura para Puebla e inició un gobierno para la gente. El ejercicio de gobierno se hizo sin frivolidad, fantochería, prepotencia y derroche; se gobernó de manera diferente, respetando derechos y libertades, siempre aplicando la Ley.

“En Puebla debemos seguir luchando para que la 4T continúe, no podemos dejar que se pierda”.

Antes de ese mensaje, la viuda quiso organizar una concentración para recordar la victoria electoral de su marido, pero sus aliados y aliadas —los dirigentes de Morena en Puebla y los diputados de la coalición Juntos Haremos Historia— la dejaron sola, por lo que ésta no prosperó.

Otro ejemplo de cómo andan las tensiones entre el gobernador Céspedes y doña Rosario Orozco se vivió hace cuatro días con motivo de la fiesta de cumpleaños de la diputada Tonantzin Fernández Díaz, el martes 30 de mayo en Cholula.

La legisladora local invitó a su banquete al gobernador Sergio Salomón Céspedes y a la viuda del difunto Barbosa, pero sin avisarles a uno y a otra, por lo que los dos llegaron.

La incomodidad fue patente y la pudieron constatar los compañeros diputados de Tonantzin Fernández. Unos dicen que ambos trataron de evitarse, de saludarse; otros que doña Rosario dejó al gobernador Céspedes con la mano extendida; y otros que Sergio Salomón quiso saludarla, junto con su esposa Gabriela Bonilla, pero que la viuda abandonó el salón antes de que eso ocurriera.

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