LA CORTE DE LOS MILAGROS

Héctor A. Sánchez y Carlos Couttolenc, en la puja por el CCE

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Un sector que en la sociedad poblana ha perdido representatividad, influencia y liderazgo es el empresarial, al grado que son pocas las autoridades de los tres niveles de gobierno que les piden opinión o los consideran en su toma de decisiones.

Esta situación tiene varias explicaciones:

Una buena parte de los organismos empresariales, como las cámaras y confederaciones, perdieron representatividad cuando la afiliación a las mismas dejó de ser obligatoria para convertirse en voluntaria.

Otra es que los dueños de grandes comercios, industrias, constructoras, ranchos y establecimientos dedicados a la prestación de servicios y la venta de autos, casas y terrenos, dejaron de acudir a las cámaras, y optaron por enviar a sus gerentes y ejecutivos.

Una más es que las principales cámaras y organizaciones patronales, como la Coparmex, se extraviaron en su misión de representar a sus asociados y ser su voz ante diferentes instancias, así como en sus funciones de gestoría, asesoría y solución de problemas comunes de cada rama.

En lugar de eso, se politizaron y burocratizaron, tomando partido y transformándose en organismos de presión y en plataformas para que sus dirigentes obtuvieran cargos partidistas y puestos de representación popular, en aras de representar a la sociedad civil.

Las consecuencias están a la vista. En Puebla, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) es un Frankestein de cámaras, ONGs, asociaciones civiles y colegios profesionales, una caricatura de la iniciativa Privada, con 28 organismos con sede en la capital, de escasos socios y agremiados, mínimos servicios, y con gerentes y presidentes de bajo perfil y sin capacidad de convocatoria e interlocución con las autoridades y otros sectores. Por supuesto hay sus excepciones, pero son eso: excepciones.

De ahí la importancia que reviste la pronta renovación del organismo cúpula de los emprendedores que radican en la entidad, una vez que en diciembre concluye el periodo de poco más de tres años de Ignacio Alarcón Rodríguez Pacheco.

“Taico” llegó a la presidencia del CCE Puebla —venciendo a la carta empresarial de El Yunque, Herberto Rodríguez Regordosa— con grandes expectativas que nunca se concretaron: fortalecer su capacidad financiera con la participación de empresarios consolidados y reconocidos; convertir al Consejo en un agente activo por el bien común; y refrescar al organismo con liderazgos y caras nuevas.

A Ignacio Alarcón lo sorprendió la pandemia del covid-19, con la suspensión de actividades, el cierre de comercios y la quiebra de empresas; y la 4T con un gobernador rijoso que le declaró la guerra, le aplicó la ley del hielo y le quitó —o está en ese proceso— el predio donde pretendían edificar las oficinas corporativas del CCE y otras cámaras empresariales.

Para sucederlo en el cargo se registraron cuatro candidatos: Olga Méndez Juárez, expresidenta de la Cámara Restaurantera, con el apoyo de algunos empresarios de su sector y un par de secretarias del gabinete barbosista; Carlos Couttolenc López, presidente saliente de la Cámara Textil, que tiene el respaldo de algunos de los empresarios más consolidados de Puebla, pero alejados de las cámaras; el expresidente de la Cámara de Comercio y exfuncionario del ayuntamiento de Puebla, José Rafael Herrera Vélez; y el presidente de la Cámara de la Construcción, Héctor A. Sánchez Morales.

Aunque éstos dos últimos estarían vinculados a los empresarios yunquistas o ligados a esta organización, que desde hace cuatro décadas han controlado las principales cámaras, el Centro Empresarial de Puebla (Coparmex) y el CCE, se da como un hecho que al final se decantarán por el director de Pinturas Osel de la región Centro Sur, el regiomontano Héctor Sánchez.

La próxima semana la Comisión Electoral del CCE —que busca evitar que haya elecciones mediante la construcción de una candidatura de unidad— definirá quiénes de los inscritos cumplen con todos los requisitos.

Si al final no se consensua una planilla única o de unidad, se prevé que la contienda se defina entre Héctor Sánchez, al que se atribuye cercanía con el Opus Dei, y el dueño de Textiles La Libertad e impulsor de la Exhibición Internacional Textil (Exintex), que es la feria del sector textil más relevante de México y una de las más importantes de América Latina.

Uno representaría la continuidad, y el otro la oportunidad de regresar a algunos de los empresarios que, desencantados de los organismos de la iniciativa privada, los abandonaron.

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