LA CORTE DE LOS MILAGROS

¿Y la oposición?

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Si algo está facilitando la continuidad de Morena a nivel estatal y nacional, no son los logros y resultados de la llamada Cuarta Transformación, sino la ausencia de figuras de oposición y dirigentes partidistas con liderazgo y autoridad moral para competir en el 2024.

El 1 de agosto se cumplieron tres años de uno de los peores gobiernos en la historia de Puebla —y eso se puede corroborar con indicadores oficiales de instituciones serias y reconocidas como el Inegi, el Coneval, Banxico y el IMSS—, y es la hora que los dirigentes de los principales partidos de oposición prefieren guardar silencio que hacer un cuestionamiento.

Tanto Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández, del PAN, como Néstor Camarillo Medina, del PRI, han guardado un cómplice silencio del estancamiento y retroceso económico, político y social de la entidad. Ninguno de los dos ha salido a fijar una postura, emitido un comunicado de prensa o subido al menos un tweet.

Lo mismo sucede con los principales alcaldes, emanados supuestamente de partidos o alianzas opositoras, que, en lugar de aprovechar la ocasión para criticar la falta de obra pública, los recortes en participaciones estatales y federales así como las fallidas políticas públicas y programas sociales encaminados al combate a la pobreza y el rezago social, prefieren felicitar al gobernador por sus tres años de gobierno.

Los organismos y cámaras empresariales también se han reservado. Antes, por lo menos el presidente del Centro Empresarial de Puebla (Coparmex) salía a analizar cuestiones como la inseguridad, la falta de proyectos y obras de desarrollo e infraestructura, y los índices de desarrollo democrático y competitividad, en los que también Puebla ha ido a la baja, pero hoy brilla por su ausencia. Lo mismo que los apocados y temerosos dirigentes del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y Cámara de Comercio (Canaco).

Los medios de comunicación son presas del mismo mal. En lugar de ejercer la libertad de expresión y el derecho a informar, la mayoría parece empeñado en halagar al gobernador con entrevistas cómodas y a modo, en adularlo y acariciarle el ego dándole trato de estadista.

En las entrevistas planchadas que desde el lunes ha dado a diferentes comunicadores y conductores de noticiarios de radio y televisión, nadie le cuestiona al gobernador Barbosa sus promesas incumplidas, el sobrecosto de las mil patrullas arrendadas, de los uniformes escolares, la ineficiencia de la empresa favorecida por las fotomultas, por qué no canceló la concesión del agua, ni los contratos del CIS, el Museo Barroco y de las plataformas de Audi.

Tampoco por qué Puebla es el estado con menos presupuesto federal para obra pública; por qué Raciel López Salazar, que él mismo designó secretario de Seguridad, no está en la cárcel, si él mismo lo ha calificado de corrupto y mentiroso; por qué se empeñó en imponer a Francisco Romero Serrano como titular de la Auditoría Superior del Estado (ASE), a sabiendas de sus malos antecedentes; por qué sus peores críticos y denostadores hoy son sus grandes aliados mediáticos.

En estas condiciones no hay manera de que la oposición en Puebla pueda ganar la gubernatura en el 2024, de que el panista Eduardo Rivera pueda encabezar una coalición amplia que le compita de tú a tú a Morena y sus aliados, y de que la sociedad civil pueda despertar e involucrarse activamente en la cada vez más cercana sucesión gubernamental.

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