LA CORTE DE LOS MILAGROS

Puebla rumbo al 2024

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A raíz de los resultados de las últimas elecciones de gubernaturas en seis estados de la República, donde Morena se llevó cuatro y la alianza opositora del PAN y el PRI dos, he leído y escuchado análisis que vaticinan un triunfo contundente del actual partido gobernante y otros que aseguran que, si el alcalde capitalino Eduardo Rivera Pérez es postulado a la gubernatura, la historia de Aguascalientes y Durango podría repetirse en Puebla.

El propio gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta ha dicho en repetidas ocasiones que en 2024 Morena y sus aliados volverán a ganar el gobierno local y la mayoría legislativa en el Congreso del estado.

La verdad es que ese escenario es posible, pero también podría complicarse en caso de que López Obrador pierda el control su propia sucesión, por la imposición de un candidato o candidata, porque Morena se divida o se fracture, o porque la economía le juegue las contras.

Las encuestas electorales sí ubican hoy a Morena por encima del PAN, incluso si este partido se aliará con el PRI y el PRD, pero con una ventaja que puede ser remontable, dependiendo de quienes finalmente sean las o los candidatos a la gubernatura.

Una cuestión importante en el ámbito local es que la aceptación y popularidad que tiene el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, entre la mayoría de los electores, favorece a Morena y a sus partidos satélites, pero no a todas las autoridades emanadas de esta coalición.

En distintos municipios y regiones de Puebla López Obrador tiene una aprobación que supera el 60 por ciento, pero que baja a la mitad cuando los evaluados son el gobernador Miguel Barbosa o los presidentes municipales surgidos de Morena.

Lo mismo sucede con los aspirantes de esta corriente a Casa Aguayo. El diputado federal Ignacio Mier Velazco y el senador Alejandro Armenta Mier, quienes encabezan las preferencias de Morena, no potencializan la marca, sino al contrario, ésta los impulsa, al grado que los coloca por arriba del principal aspirante del PAN: el alcalde capitalino Eduardo Rivera Pérez.

El presidente municipal de Puebla es percibido como un cuadro competitivo de cara al 2024, como mejor que aquellos, pero no como el candidato a vencer en los comicios para la gubernatura, aun cuando fuera el abanderado de una alianza opositora.

Sus números —en términos de imagen y posicionamiento— no son mejores que cuando rindió protesta para un segundo mandato, en octubre de 2021.

Eduardo Rivera sabe que, para ganar la gubernatura, el respaldo del PAN no es suficiente, que necesita el apoyo de las clases medias y la suma de toda la oposición, comenzando por el PRI.

Los priístas se han mostrado vacilantes hacia su proyecto. Unos grupos y dirigentes del tricolor ciertamente lo respaldan en la capital, pero siempre que no entren en conflicto o confrontación con el gobernador Barbosa. Cuando eso sucede, estos mismos son los primeros en abandonarlo, como quedó de manifiesto en el Congreso del estado, donde los diputados del PRI, que son sus supuestos aliados, le votaron en contra la aprobación del Derecho por Alumbrado Público.

En los hechos el priismo poblano no camina de la mano de Eduardo Rivera, sino del brazo gobernador Miguel Barbosa y sus operadores en el PRI, como los diputados Jorge Estefan Chidiac y Néstor Camarillo Medina, y los alcaldes de Zacatlán, José Luis Márquez Martínez; de Chignahuapan, Lorenzo Rivera Nava, y de Xicotepec Guadalupe Vargas Vargas.

Y eso podría replicarse en los comicios de 2024, con el gobernador Barbosa o con el candidato que Morena postule para sucederlo, como ocurrió con los otrora bastiones priístas de Hidalgo y Oaxaca en las elecciones del domingo pasado.

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