Nuevos hallazgos siniestros en torno al penal de San Miguel
El caso del bebé Tadeo no es el único acontecimiento macabro —o diabólico, según la expresión del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta— que ensombrece el Cereso de Puebla.
Existe otro hecho, igual o más siniestro, que hasta ahora se ha mantenido oculto, pese a que en él intervinieron 10 agentes ministeriales, cuatro policías estatales y un número igual de miembros de Protección Civil del estado y del municipio, la tarde del lunes en inmediaciones del penal de San Miguel.
Se trata del hallazgo y levantamiento de restos de al parecer cinco varones, en una barranca que es utilizada como desagüe del penal de San Miguel.
El tétrico descubrimiento se ha pretendido esconder para no hacer más grave la crisis en que se encuentra el gobierno del estado por el caso no esclarecido del bebé Tadeo, y que ya provocó la caída del secretario de Seguridad, del subsecretario de Centros Penitenciarios, y el encarcelamiento del encargado del penal y de 20 personas más, entre custodios, supervisores y la mujer que introdujo al bebé muerto.
Los restos humanos, que corresponderían a cinco masculinos de entre 30 y 35 años, estaban mutilados y con huellas de excesiva violencia o tortura. Los despojos fueron metidos en bolsas que los policías ministeriales se llevaron en dos camionetas Suburban sin logotipos de la Fiscalía General del Estado (FGE).
A los participantes de esta diligencia efectuada la tarde del lunes entre las 17 y las 19 horas, se les instruyó a guardar absoluta secrecía, sobre todo al personal ajeno a la Fiscalía que estuvo en el operativo.
Entre ellos, un grupo de cuatro policías que llegaron en una patrulla de la Policía Estatal, empleados de la Secretaría de Gobernación y los miembros de Protección Civil del estado y el municipio que ayudaron a encontrar y levantar las partes desmembradas de los cinco cadáveres.
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