Eduardo Rivera: retos, riesgos y oportunidades 

La fuerte disputa que se libró en el PAN por la nominación de su candidato a la presidencia municipal de Puebla y la que tiene lugar en Morena por la misma candidatura es entendible a la luz de 2024.

De hecho, en los comicios del primer domingo de junio de este año los candidatos que encabecen las planillas de regidores y síndico de la capital por las alianzas del PAN, PRI y PRD, y de Morena y el PT estarán protagonizando una batalla rumbo a la gran guerra electoral de 2024.

El candidato que resulte ganador será, sin lugar a dudas, uno de los aspirantes a la gubernatura de la entidad dentro de tres años, sí y sólo si hace un buen gobierno municipal y su desempeño es aprobado por la mayoría de los gobernados. Ese es el gran reto.

Ciertamente el panista Eduardo Rivera Pérez pudiera estar en una posición de ventaja, si se considera que ya tiene experiencia y ya fue presidente municipal de la capital en la primera mitad del sexenio de Rafael Moreno Valle.

Sin embargo, en esta ocasión las dificultades y obstáculos que podría enfrentar quizá sean hasta peores de los que sorteó con Moreno Valle.

Para empezar, porque el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta no se mantendrá al margen de las comicios locales y buscará, como ya lo está haciendo, que su favorito (el diputado Gabriel Biestro Medinilla) obtenga la nominación de Morena y de ser posible el triunfo en las elecciones del domingo 6 de junio.

Porque en caso de ganar la presidencia municipal, Rivera Pérez tendrá que buscar acuerdos con un gobernador crítico y antagónico del PAN, y que hará todo lo posible por impedir que la derecha regrese a gobernar el estado en 2024.

Eduardo Rivera tiene que verse en el espejo de otros presidentes municipales, incluso de su mismo partido que en lugar de aplicarse a gobernar bien la ciudad pretendieron usar la alcaldía como plataforma política para controlar el PAN y proyectarse como aspirantes a la gubernatura.

Si de verdad quiere convertirse en gobernador, lo primero que tiene que hacer es no decirlo e integrar un equipo confiable, competitivo y ganador, y que éste se refleje en la composición de su planilla de regidores y síndico y en su comité de campaña.

Y una vez que gane los comicios, esmerarse en hacer un gobierno honesto, eficaz y eficiente, lo que debe traducirse en obras necesarias y útiles más que suntuosas o suntuarias, en mejores servicios públicos y en el desempeño de funcionarios capaces, con experiencia, honrados y diligentes.

El peor error que puede cometer Eduardo Rivera es pensar que está en la antesala de la gubernatura, oír el canto de las sirenas y dedicarse a construir un proyecto con la mira puesta en el 2024 y no en el 2021, el 2022 y el 2023.

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Entre el personal médico y de enfermería del Hospital del Niño Poblano no se entiende por que están habilitando y gastando miles o millones de pesos en acondicionar el piso 3 del nosocomio, para atender a pacientes infectados de Covid, si el área creada ex profeso ni siquiera está saturada o al límite de su capacidad.

La única explicación de esa remodelación, que incluye la adquisición o acondicionamiento de 32 camas para enfermos de coronavirus es que en ese piso no sólo serán atendidos niños.

Dicha área del Hospital del Niño Poblano era de Oncología. Los médicos y enfermeras creen que los recursos canalizados a la compra de equipo y mobiliario médico y hospitalario (estimados en 10 millones de pesos), mejor deberían invertirse en la compra de insumos y medicamentos para los niños internados en ese nosocomio con otros padecimientos.

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En Izúcar de Matamoros podría surgir un candidato a la presidencia municipal ajeno a los grupos tradicionales que han dominado la política local. Se trata de Héctor Mendoza Herrera, quien de acuerdo con una encuesta elaborada por la empresa de Juan Comellas tiene un buen nivel de posicionamiento en la cabecera del distrito local 22.

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