LA CORTE DE LOS MILAGROS

Se hacen como el Tío Lolo

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¿Qué habría ocurrido si el incinerador que adquirió el gobierno del estado para el Panteón La Piedad por adjudicación directa a una constructora de Oaxaca lo hubiera comprado el ayuntamiento de Puebla para el panteón municipal, y éste ya tuviera deficiencias como aquél, a seis meses de haber entrado en operaciones?

Puedo anticiparle sin temor a equivocarme que el asunto ya sería motivo de sendos reportajes en la primera plana de algunos periódicos barbosistas, denunciando la corrupción de la presidenta municipal y sus colaboradores implicados en la compra de ese horno y que el material se acompañaría de fotos, copia del contrato y de la factura de la empresa que lo vendió.

También que la secretaria de Medio Ambiente del estado, Beatriz Manrique Guevara, ya estaría investigando y sancionando al ayuntamiento capitalino por la peste que emanaría del cementerio o de la chimenea del crematorio, y hasta presentando un dictamen técnico que avalaría que los filtros de aire y el equipo anti contaminante Srubber con que cuenta el horno no funciona o lo hace de manera muy deficiente, por lo que es imposible mitigar los nauseabundos y fétidos olores provocados por la quemazón de cadáveres.

Y que la Auditoría Superior del Estado (ASE) y los diputados de la Comisión Inspectora ya estarían iniciando una auditoría por la adjudicación directa, a petición de decenas de ciudadanos inconformes con ese foco de contaminación, y citando a la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco para que explicara por qué el incinerador no se licitó, se adquirió a una empresa oaxaqueña sin experiencia en el ramo y sin que el horno, sus cámaras y sistema de combustión fuera suficiente para atender la demanda de incineraciones diarias (más de 20) que se requieren por la pandemia del Covid.

Pero como se trata de una compra hecha por el gobierno del estado a través de su director de Bienes Muebles e Inmuebles, Igor Emilio Ferrer Acuña, quien tiene como jefa a la poderosa secretaria de Administración, Rosa de la Paz Urtuzuástegui Carrillo, nada de eso ha sucedido.

Por eso tampoco nadie rinde cuentas o explica por qué el horno crematorio adquirido en mayo e inaugurado en junio ya presenta deficiencias y fallas, pese a que el proveedor —Edificaciones, Mantenimiento y Transportes para la Construcción Ecoprojet SA de CV— garantizó que éste podría funcionar al menos cinco años, siempre que cada 200 o 300 servicios se le diera mantenimiento preventivo y cada 400 o 500 servicios mantenimiento general.

Y por eso ningún diputado, ni el auditor Francisco Romero Serrano ni la contralora Amanda Gómez Nava se atreven a cuestionar o investigar esta adjudicación directa por casi 3 millones pesos, a la empresa proveedora y sus socios, y a los funcionarios implicados en esta transacción comenzando por el director de Bienes Muebles e Inmuebles del gobierno del estado, Igor Emilio Ferrer.

No fuera la presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, la que hubiera comprado ese horno crematorio, porque entonces ya todos estarían sobre ella, exigiéndole cuentas y explicaciones.

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Este martes por la tarde tiene que salir el fallo de la licitación de obra SA-OP-LPE-2020-067 relativa a la construcción de un mercado municipal en la comunidad de Oyocuan, perteneciente a Tecamachalco.

Ya le platicaré si esta obra se le asigna a la empresa constructora que presentó el mejor proyecto y la propuesta económica más competitiva o si, contrario a los principios que enarbola la 4T, el contrato se lo lleva otra recomendada.

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