Y además de despensas qué…

Si algo ha puesto de manifiesto la contingencia generada por el coronavirus, es la falta de imaginación y de proyectos de las autoridades de los tres niveles de gobierno para enfrentar la tremenda crisis económica, de desempleo e inseguridad que se avecina.

Hasta ahora lo más creativo que han hecho el gobierno del estado y el ayuntamiento capitalino es armar despensas de productos básicos y de limpieza y salir a regalarlas en colonias populares y comunidades supuestamente marginadas, con claros propósitos electorales o clientelares.

Sin embargo, a 50 días de que se detectó oficialmente el primer caso de Covid-19 en Puebla, el 10 de marzo, es la hora que ninguna autoridad local ha dicho qué harán para evitar la quiebra de más empresas y la pérdida de más empleos, y cómo piensan recuperar los negocios y fuentes de trabajo que se perdieron en el sector gastronómico, turístico y hotelero, así como en el sector de la construcción.

Tampoco han explicado qué obras y proyectos que tenían previsto para este y el siguiente año tendrán que posponerse, para dar prioridad a otros que quizás ni siquiera tenían en el radar pero que tendrán que emprender de manera rápida y eficiente para reactivar el mercado y la economía regional.

Cómo y qué harán para que las pequeñas y medianas industrias manufactureras y metal mecánicas se mantengan sin despidos, cómo ayudarán a los pequeños y medianos comercios y a las empresas de servicios que no han cerrado, a subsistir sin reajustes de personal.

También es necesario que valoren cómo reactivar a los pequeños y medianos productores del campo y el sector agropecuario, así como a los profesionistas independientes que por la contingencia sanitaria tuvieron que parar actividades o cerrar sus despachos durante más de dos meses.

Por supuesto que el asistencialismo en estos sectores económicos no es opción.

Aquí es donde las autoridades federales, estatales y municipales tienen que ser imaginativas, creativas, puntuales, eficientes y eficaces con los recursos públicos que manejan, con los impuestos y derechos que recaudan, y con la orientación y destino del gasto público.

Tienen que voltear y fijar su atención en lo que se está haciendo con éxito en otros países frente a la emergencia económica.

Un buen ejemplo es Alemania con su canciller Angela Merkel. Su administración no sólo ha dispuesto un paquete de 10 mil millones de euros para reactivar la economía, sino que ha optado por reducir en más de 50% los impuestos al consumo hasta julio del año entrante, amén de haber creado programas de ayuda multimillonarios a fin de preservar las empresas y las fuentes de empleo.

En México y Puebla la situación es diferente y por supuesto mucho más complicada, pero las autoridades deben entender que si se equivocan y no usan los recursos del Estado con inteligencia sus malas decisiones las pagaremos todos.

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