Varios son los problemas que enfrenta el grupo gobernante y el grupo dominante de Morena para apaciguar los brotes de inconformidad de la militancia y de algunos de sus fundadores sobre lo que califican como imposiciones de candidatos a presidentes municipales y diputados al Congreso del Estado y el Congreso de la Unión.
Lo primero a destacar es que los mensajes y declaraciones de la candidata presidencial Claudia Sheinbaum Pardo y de los dirigentes estatales de Morena —Olga Lucía Romero Garci-Crespo y Agustín Guerrero Castillo— a los militantes y fundadores del partido en Puebla han sido desafortunados, aunque sean ciertos.
Me refiero, entre otros, al pronunciado por Sheinbaum en Tehuacán, donde para justificar algunas candidaturas admitió que los fundadores del partido no ganan encuestas, mientras que otros perfiles recién llegados a la 4T sí lo hacen.
“Hay compañeros, compañeras de Morena que son fundadores pero que no ganan una encuesta, y hay otros que se acercaron hace 6 años o 3 años y que sí ganan una encuesta ¿Por qué las encuestas? Porque hay que confiar en lo que dice el pueblo, porque no puede ser que confiemos en el pueblo hasta que la encuesta no nos favorezca”, dijo.
Por el mismo sentido fue el discurso del secretario general del Comité Ejecutivo Estatal, Agustín Guerrero, quien en aras de atenuar las protestas y amagos de ruptura de ciertos militantes apuntó que el objetivo de entregar ciertas candidaturas a militantes venidos de otros partidos no era darle gusto a los morenistas sino ganar las elecciones y conseguir la mayoría calificada.
Otro error cometido por la cúpula morenista estatal y el candidato a gobernador Alejandro Armenta Mier, ha sido a enviar a operadores sin ningún liderazgo ni ascendencia sobre los fundadores de Morena a decirles que le echen ganas, que ya sea para la otra, y que en la medida que acepten los resultados serán incluidos y tomados en cuenta en la conformación del gobierno, el Congreso y los ayuntamientos.
¿Qué peso político o influencia pueden tener entre los fundadores de Morena y algunos militantes de la izquierda poblana actores como el diputado federal Raymundo Atanacio Luna, quien no hace mucho perteneció al PRI y luego al PT, o la coordinadora regional de Alejandro Armenta, Laura Artemisa García Chávez, que en los últimos seis o siete años ha pasado por cinco partidos políticos?
Estos apaga fuegos lo único que han conseguido es incendiar la pradera y complicar las cosas en algunos distritos y municipios que hace unos meses parecían ganados por la Cuarta Transformación.
Sin embargo, creo que el mayor yerro radica en la opacidad con que se desarrolló el proceso de selección, al margen de la convocatoria emitida por la Comisión Nacional de Elecciones de Morena, pues nunca se supo quiénes se registraron, quiénes cumplieron los requisitos, quiénes fueron medidos en las supuestas encuestas, qué empresa o empresas las realizaron, ni cuáles fueron los resultados de tales mediciones.
Todo eso quedó en lo oscurito, amén de que los delegados regionales y políticos nombrados por el candidato a gobernador tampoco fueron capaces de lograr candidaturas de unidad o de consenso en las que estuvieran representados los principales aspirantes, al menos en los municipios más poblados del interior como Tehuacán, San Martín Texmelucan, las Cholulas, Izúcar de Matamoros, Xicotepec, Huauchinango, Zacatlán y Chignahuapan, por mencionar algunos.
Un factor que se suma a lo anterior es el nombramiento de foráneos en el equipo clave del candidato a gobernador, como el duranguense José Ramón Enríquez Herrera, a quien designó coordinador de campaña en la zona metropolitana.
La zona metropolitana de Puebla está lejos, muy lejos, de parecerse a la capital del estado duranguense.
En lo que Alejandro Armenta y los dirigentes reales y formales de Morena deben concentrarse de aquí a fin de mes, antes de que inicien las campañas políticas de los candidatos locales, es en tratar de cerrar heridas, en tranquilizar a los inconformes y en tratar de integrarlos como suplentes en las fórmulas de candidatos a diputados o en las planillas de regidores y síndico.
Esta operación cicatriz Armenta no debe delegarla en operadores segundones, ni en la presidenta y el secretario general del Comité Ejecutivo Estatal de Morena, pues está visto que han sido rebasados; debe asignársela a su gente de mayor confianza y responsabilidad para dar confianza a los rebeldes de lo que acuerden con éstos se cumplirá.
Postergar la operación cicatriz para después del 31 de marzo, en que arrancan las campañas, puede resultar riesgoso sobre todo en municipios de la zona metropolitana o en ciudades donde la división de los aliados de la Cuarta Transformación podría fortalecer al bloque opositor.
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