Nadie se explica por qué sí Tlaxcala enfrenta una situación peor a la registrada en los meses de julio y agosto del año pasado que se tuvo el mayor número de casos de contagios de Covid-19 y fallecimientos, hoy no se ordena un confinamiento total y la suspensión de las actividades no esenciales.

 

La tibieza de las autoridades estatales y municipales es un grave problema que se tiene para romper la ola de contagios. Entre el sábado y domingo hubo tlaxcaltecas que sin importarles la emergencia sanitaria organizaron fiestas que concentraron un importante número de personas, eventos que según las denuncias de los ciudadanos se llevaron a cabo en municipios de Tepeyanco, Huamantla, Apizaco, Chiautempan y Santa Cruz Tlaxcala y otros más.

 

El pasado viernes se anunciaron medidas adicionales para contener el número de infectados de coronavirus en Tlaxcala que serán aplicables del 11 al 31 de enero, mismas que representan una vacilada porque el cierre de centros deportivos y recreativos públicos, así como plazas y parques; la cancelación de venta de artículos no esenciales en tianguis de la entidad y la suspensión de actividades no prioritarias de gobiernos municipales difícilmente ayudará a disminuir los casos de enfermos.

 

Así como tampoco servirá de mucho la titubeante decisión para que el sector privado mantenga un aforo máximo del 30 por ciento en todas las actividades comerciales con un horario de 7:00 a 19:00 horas.

 

En el caso de establecimientos de venta de alimentos preparados, a partir de las 19:00 horas solamente se permitirá el servicio para llevar; además, solo se autoriza el acceso de una persona por familia a unidades de comercio y, preferentemente, no acudir con niños menores de 12 años y adultos mayores.

 

Si la administración de Marco Antonio Mena Rodríguez piensa que con esas titubeantes medidas adicionales se podrá romper la red de contagios se equivoca. La ausencia en el gobierno del jefe de Oficina del Gobernador, Alberto Amador Leal, ya se empieza a notar y es obvio que la crisis sanitaria no está recibiendo el trato y la atención que merece.

 

Desde la semana pasada el gobierno del estado y el secretario de Salud de Tlaxcala, René Lima Morales fueron notificados por las autoridades del IMSS y del ISSSTE que su capacidad para atender y recibir pacientes de Covid-19 se había agotado, por lo que los enfermos sería canalizados a los hospitales estatales que poco a poco se fueron llenando.

 

Aunque oficialmente se maneja que los hospitales Covid del gobierno del estado reportan una capacidad entre el 55 y 68 por ciento, en los hechos se ha tomado la decisión de reconvertir el nosocomio de Huamantla para aumentar el número de camas y también se ha empezado a condicionar el centro médico del municipio de Contla para instalar la infraestructura necesaria que le permita recibir a infectados por ese mortal virus.

 

Las brigadas de la Secretaría de Salud para atender a pacientes con esa enfermedad están saturadas de trabajo y el personal médico se encuentra agotado y desesperado. Los tanques de oxígeno y las medicinas para atender a los pacientes ya están escaseando y los servicios de ambulancias para trasladar a enfermos ya no se dan abasto.

 

Fueron varias las voces que alertaron sobre este problema que se enfrenta hoy en día de un desbordado número de enfermos de coronavirus, pues desde noviembre y hasta este fin de semana se relajaron todas las medidas sanitarias, al grado que de no ser porque las clases presenciales se encuentran suspendidas, el regreso a la normalidad ya sería la constante en Tlaxcala.

 

Las semanas por venir seguirán siendo complicadas porque el número de contagiados seguirá siendo elevado al igual que las personas que mueren por consecuencias de esa enfermedad.

 

Tlaxcala debería estar en color rojo del semáforo epidemiológico y tendría que estar aplicando medidas más drásticas como el confinamiento total obligatorio.

 

Si hoy el problema de la pandemia es más fuerte uno no se explica porque las medidas sanitarias para enfrentar esa crisis son más relajadas.

 

En fin, no queda más que cuidarse.

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