Pareciera que muy pocos en Tlaxcala ven la difícil situación que vive la entidad, de ahí que resulta lamentable las propuestas nada austeras que han aprobado consejeros electorales y diputados locales respecto a sus presupuestos del 2021, las cuales incluyen aumentos y otros onerosos gastos que no se justifican cuando en este año no habrá crecimiento económico y cuando la escasez de recursos públicos será la constante.

 

Hasta ahora se ve que muy pocos entendieron el mensaje que en la pasada visita del presidente de México a Tlaxcala hizo el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, quien confirmó que el presupuesto del estado del siguiente año sería menor al del 2020, situación que los obligaría a llevar a cabo a las autoridades estatales ajustes y una efectiva política de austeridad que permitiera a todos cumplir con sus obligaciones y responsabilidades.

 

Ese llamado prácticamente fue ignorado por los abusivos consejeros electorales que ya se frotan las manos para gastarse más de 249 millones de pesos, cuando el Instituto Nacional Electoral (INE) asumirá y realizará varias actividades que anteriormente le correspondía operar al desprestigiado Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE).

 

Si los hambrientos consejeros del ITE no mostraron prudencia, los diputados locales tampoco que sin ningún rubor se aventaron la puntada de avalar en lo oscurito un presupuesto para el 2021 superior a los 328 millones, es decir, se autorizaron un aumento del 6.5 por ciento con relación al presente año, lo que representa en términos reales alrededor de 19.7 millones de pesos.

 

Lo que resulta increíble es que la senadora de Morena, Ana Lilia Rivera Rivera, es una de las principales críticas del mediocre desempeño de los diputados locales de su partido, así como del PT y del PES, pues según ella, esos legisladores que actualmente detentan el control del Congreso del Estado se inclinaron más por el dinero y la negociación, dejando en el olvido los ideales y conceptos de la Cuarta Transformación.

 

Hasta ahora la austeridad en Tlaxcala no se ve por ningún lado. La discusión de los presupuestos que se pretenden aprobar para el 2021 seguramente provocará desencuentros, pues se espera que la Secretaría de Planeación y Finanzas a cargo de María Alejandra Nande Islas se oponga a varias propuestas y termine por sugerir recortes y ajustes que no serán del agrado de muchos.

 

Pocos entienden y dimensionan los efectos negativos de la pandemia de Covid-19, los cuales se empezarán a sentir en los siguientes meses, sobre todo en materia económica porque sencillamente la escasez de recursos será evidente y no sólo se resentirá esa situación en el gobierno federal sino en los estatales y municipales.

 

Desbordada la violencia en Tlaxcala

 

Algo pasa en Tlaxcala que en las últimas semanas la violencia está desbordada sin que se vea una acción efectiva para enfrentarla por parte de la Secretaría de Seguridad Ciudadana a cargo de Eduardo Valiente Hernández y de la Procuraduría General de Justicia en el Estado que controla el patético José Antonio Aquiahuatl Sánchez.

 

Los asesinatos y hechos delictivos van en aumento por más que las autoridades lo traten de negar. En los últimos días se puede constatar el registro de diferentes homicidios violentos en varios municipios del estado, sin que hasta ahora haya una postura oficial que explique las razones de esos hechos y se tengan resultados efectivos de las investigaciones para tratar de llevar ante la justicia a los responsables de esos asesinatos.

 

Las muertes violentas de las últimas semanas sin duda han perturbado la tranquilidad de los tlaxcaltecas, quienes cada vez perciben que la administración estatal bajo el mando de Marco Antonio Mena Rodríguez está fallando en ese rubro, debido a que los funcionarios encargados de esas áreas están más ocupados en sus asuntos personales que en atender sus tareas y responsabilidades.

 

A los múltiples homicidios que se han registrado en Tlaxcala habrá que sumar la ola de secuestros que también se presenta en la entidad. Los asaltos en carreteras siguen siendo la constante, así como los atracos en comercios y en viviendas. Lo anterior es una constante y una realidad, pero también el silencio y la ineficiencia de las autoridades estatales.