Algo tendrá que hacer el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para corregir o modificar su actual estrategia en materia de comunicación, porque su desgaste y mala relación con los medios, los partidos políticos, diputados y senadores de oposición, así como académicos y algunos organismos empresariales empieza a ganar terreno y opacar las acciones emprendidas por su administración.

El mensaje emitido ayer por López Obrador con motivo de su segundo informe de gobierno careció de sustancia, de novedades, de datos duros y de compromisos concretos a realizar en el siguiente año.

Habló de lo mismo que hace todos los días durante la conferencia mañanera, situación que le valió cientos de críticas de sus adversarios y de analistas y académicos que consideraron que en el mensaje del tabasqueño estuvo ausente la autocrítica y que éste fue autocomplaciente hacia su gestión.

AMLO evadió temas relevantes como la pandemia de Covid-19 que ha dejado hasta ahora más de 65 mil fallecidos, la crisis económica derivada de la anterior situación sanitaria que también ha provocado la pérdida de miles de empleos formales y el creciente problema de la inseguridad que sigue registrando los mismos niveles que se tuvieron en el gobierno del priista Enrique Peña Nieto.

Algunas de las cifras que manejó López Obrador de inmediato fueron puestas en duda como el hecho de asegurar que disminuyó en 30 por ciento los hechos delictivos a lo largo y ancho del país, cuando hay indicadores que demuestran que no es así y que ese dato es insostenible o de muy dudosa comprobación.

Es cierto que todos los presidentes en los informes tienen un tono triunfalista de sus administraciones, sin embargo de López Obrador se espera una actitud mesurada y que reconociera que si bien su gestión ha tenido logros con la implementación de los programas sociales y en el combate a la corrupción, también aceptara que la emergencia sanitaria del coronavirus multiplicará el número de pobres y que al país le costará algunos años y mucho esfuerzo alcanzar los niveles de empleo y desarrollo económico que se tenían hasta el 2019.

Me parece que al gobierno de López Obrador le falta estrategia y administrar de una forma diferente la información de los datos y acciones que ha llevado a cabo, porque si  tenía elementos para destacar y presumir.

Por ejemplo, en Tlaxcala la inversión de los programas sociales que se manejan a través de la Secretaría de Bienestar ha alcanzado la cifra de más de 9 mil millones de pesos canalizados en los últimos dos años, lo que se traduce en la atención directa de 250 mil tlaxcaltecas que no han dejado de recibir el apoyo económico del gobierno federal.

A lo anterior hay que sumar la ejecución de otros fondos federales destinados para programas de vivienda y mejoramiento urbano en la entidad y que podrían superar los 450 millones de pesos.

Para los tlaxcaltecas el gobierno de López Obrador ha cumplido con sus ofrecimientos y si atiende las necesidades de la población, de ahí que el presidente logre una aprobación del 60 por ciento, pero lo anterior no elimina ni hace desaparecer las voces que lo critican y lo acusan de ser un mal presidente, las cuales han venido creciendo y ganando espacios conforme pasan los meses.

Al presidente de México le fue mal ayer.

La crítica y la descalificación a su gobierno fue la constante.

Negar y ocultar la realidad no se puede.

AMLO tendrá que corregir algunas cosas si es que no quiere perder la popularidad que aún le queda.