La candidata perdedora a la gubernatura hace alarde de casi 193 mil votos, para conservarlos rumbo a 2012; no se percata que quienes se los aportaron ya tienen un pie en el PRI.


El proyecto de hacer del PAN un partidazo en Tlaxcala se desmoronó. Con origen turbio, el gran edificio albiazul yace como el gran sepulcro donde descansan los mejores momentos a los que este instituto político pudo aspirar en esta entidad.

Mientras los distintos liderazgos –los que apoyaron y los que traicionaron – se ponen de acuerdo para ver si será Adriana Dávila, quien tome las riendas del deteriorado ex partido ganador, las puertas del PRI, según el dirigente estatal Ubaldo Velasco, se abrieron de par en par, para recibir a los orticistas que temporalmente dejaron “la casa”.

Es el lógico éxodo de aquellas cabezas de grupo que migraron al PRI incluso antes del cuatro de julio, con toda la intención de impedir la llegada de la recomendada de Felipe Calderón al poder. Y lo consiguieron.

Ese abandono de la nave en pleno pique es preludio de que en Lira y Ortega 8 (edificio del tricolor) volverá la sede alterna del gobierno, donde se diseñen estrategias y se definan presupuestos; donde se analicen comportamientos y hasta se corten cabezas.

Como dice Mariano González, es el retorno del PRI de antes.

De los Carlos Brito, de los Fermín Sánchez Varela, vamos hasta de los Rubén Flores Leal.

Nada más que, por conveniencia para unos y otros, hoy ese PRI se apresta a engrosar sus filas con aquellos que en su momento se asumieron en adversarios y, reiteradamente le propinaron severos descalabros en las urnas.

Oiga, qué difícil es imaginar el retorno de ese sistema totalitario, con filtros y orejas por todas partes, con propios enviados por cierto personaje cercano (o no) al señor gobernador, a llevar mensajes, entrelíneas o de plano órdenes del “altísimo” para conseguir un cierto cambio.

Esto, señores, es una regresión. Es el entorno apropiado para un régimen que se plantea de lo autoritario a lo tiránico, con una oposición más preocupada por zancadillear al de a lado que por ejercer su papel de contrapeso en el ejercicio de poder.

La franquicia llamada PAN dejó de ser útil al grupo que la adquirió y con ella venció al PRI en 2004. Ahora, ya recibieron el llamado de Ubaldo.

Y la algarabía se mudó.

¿Qué será entonces de los casi 193 mil votos de los que Adriana alardea?

Pues como van las cosas, creo que una parte muy importante de ellos está a punto de regresar al tricolor.

Esto es un severo revés al plan calderonista de conservar a tan elevada membresía (no le aunque que no les alcanzó para ganar en las urnas). Ah, pero como se está desmantelando aquella alianza Ortiz-PAN-Calderón, el albiazul quedará a la deriva, como siempre estuvo hasta antes que Héctor Ortiz, lo colocara en su bandeja electoral.

Así que a la sedicente vicegobernadora –con el apoyo de las instancias del gobierno federal – más le valdría utilizar poner los pies sobre la tierra y darse cuenta que no quedó piedra sobre piedra luego del tremendo agarrón de julio pasado, cuando quedó demostrado que a fuerza ni los zapatos entran, sobre todo cuando se habla de electores tan evolucionados como los tlaxcaltecas.

Lo primero que Adriana habrá de eliminar, son los inservibles desplantes, porque ya no habrá quien los aplauda y ni siquiera quien los condene. Qué quieren ustedes, los invitados a esta fiesta bizarra, sencillamente tomaron sus cositas. Y se fueron.

El seguimiento de las compilaciones

Sabemos de buena fuente que la inteligencia oficial determinó realizar una investigación respecto al financiamiento de miles de compilaciones de la legislación electoral, impresas en la comunidad de Chalma.

Este es, al parecer, el hilo conductor de así de negocios entre turbios y mal habidos, con el concurso de un diputado panista con licencia y “el ladino”, como se conoce a otro ex diputado panista, encargado, de dar la imagen de corrupción y podredumbre que no le hacía falta al partido de don Manuel Gómez Morín en Tlaxcala.