La división interna, la ausencia de un liderazgo que una a la militancia tlaxcalteca y la incertidumbre de cómo y cuándo se llevará a cabo la renovación de la dirigencia nacional y estatal del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), son factores que empiezan a provocar desánimo y desorden entre los probables aspirantes a las candidaturas a diputados locales, alcaldes y presidentes de comunidad.

Tal escenario implica un mal presagio para el partido del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el cual a menos de un año de los comicios encabeza las preferencias rumbo a las elecciones del 2021.

La disputa por la candidatura al gobierno del estado en Morena está centrada entre la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, el líder estatal de ese partido y también legislador federal, Joel Molina Ramírez, la super delegada del gobierno de AMLO, Lorena Cuéllar Cisneros y recientemente por la empresaria oriunda de Huamantla, Dulce Silva Hernández, esposa de César Yáñez Centeno Cabrera, ex vocero de López Obrador.

Los dos primeros han hecho todo para crecer en las encuestas sin obtener hasta ahora buenos resultados. La tercera encabeza las preferencias electorales, situación que la ha convertido en la rival a vencer en Morena. La cuarta irrumpió hace poco en la escena acompañada de políticos que gozan de mala fama y que suelen operar al mejor postor como el petista Jesús Portillo Herrera, quien en los comicios del 2018 trabajó para el PRI y su candidato a la diputación federal, Marianito González Aguirre.

Jesús Portillo, el ex porro que logró convertirse en diputado local del PT es uno de los encargados de acercar a políticos tlaxcaltecas a Dulce Silva. Mi hermano déjame presentarte a la futura gobernadora de Tlaxcala, suele decir ese vividor, quien una vez que menciona el nombre de la huamantleca suele provocar risas y decepción.

Silva Hernández no sólo ha demostrado su novatez e impericia en relacionarse con políticos de dudosa capacidad y trayectoria, sino que también ha recurrido a ciertos promotores mediáticos vinculados al PRI y al poder que lejos de ayudarla la perjudican porque sus auténticas intenciones de participar en la contienda se ven empañadas y deslucidas.

No es la primera vez que la empresaria de 42 años de edad busca un cargo de elección popular, pues en el 2016 intentó, sin conseguirlo, la candidatura a la presidencia municipal de Huamantla.

La renovación de la dirigencia nacional y estatal de Morena está en el aire, pues el pasado fin de semana se suspendieron las tres asambleas programadas para elegir consejeros estatales debido a la emergencia sanitaria provocada por el Covid-19, por lo que ahora se menciona que esas reuniones se podrían llevar a cabo el 1 o 2 de agosto, aunque tampoco existe la certeza de que eso pasará.

Se desconoce si algún día la delegada de Morena en Tlaxcala, Xóchitl Nashielly Zagal Ramírez, que designó el Comité Ejecutivo Nacional asumirá sus funciones que nunca llegó a desempeñar por culpa del coronavirus, de ahí que el senador Joel Molina siga teniendo el control del partido y una abierta promoción para ser considerado como un serio aspirante a la gubernatura de la entidad, situación que resulta inequitativa e irregular porque en ese proceso funge como juez y parte.

Mientras los líderes de Morena sufren y se enredan más para concretar la renovación de sus dirigencias, la lista de aspirantes a diputados locales, alcaldes y presidentes de comunidad de Tlaxcala crece sin que nadie frene los ímpetus de los militantes de ese partido que se sienten seguros de obtener el triunfo en los comicios del próximo 6 de junio.

Hay municipios tlaxcaltecas en donde Morena tiene 12 precandidatos. También hay algunos distritos locales con una desbordante demanda al tener una la lista de 15 aspirantes, lo cual dificultará los consensos y la elección de los candidatos oficiales.

Si en ese partido no se interviene a tiempo y se inicia un proceso de negociación interna, la designación de candidatos a los diferentes cargos de elección popular será un caos que seguramente será aprovechado por otras fuerzas políticas para tener uno que otro aspirante competitivo que le garantice un triunfo electoral.

En Morena existe la creencia entre sus militantes de que lo difícil es conseguir la candidatura oficial, porque dan por un hecho que el triunfo está asegurado en la contienda constitucional, lo cual no es así porque su soberbia les impide ver que hoy las condiciones están cambiando y que éstas quizás empeoren en los siguientes meses.

Urge que alguien ponga orden en el partido del presidente de México.