De cómo se ocultó el brote de influenza en Tlaxcala durante tres semanas.

Quien quisiera aplicar una visión prejuiciosa al silencio guardado por las autoridades del sector salud desde principios de marzo, respecto al brote de influenza surgido en Ixtacuixtla, podría hasta acusarnos de ser los iniciadores de la epidemia.

Los funcionarios al frente de salud, prefieren en la gran generalidad echar la culpa a otros que reconocer su falta de previsión. Pero es muy delicado que mientras el secretario de salud de Veracruz, Manuel Lila de Arce, negaba por ahí del primero de abril que hubiese un brote en Perote, nosotros aquí, en Ixtacuixtla ya lo teníamos desde el cuatro de marzo.

No se vale que hayamos guardado silencio. Esa es una actitud que responde a la ausencia de una política pública de salud dominada por la prevención y exhibe al secretario Constantino Quiroz Pérez, como un funcionario incapaz de sobrepasar los niveles de la improvisación.

Y de seguro me van a decir, es que no se trataba del mismo virus, pues el que causó tantas muertes en el país es de tipo porcino y el de ixtacuixtla no. Y quien lo garantiza, quién es capaz de meter las manos al fuego para afirmar una creencia semejante.

Yo creo que al surgir la emergencia sanitaria que tanto costó a la economía, que trastocó la vida de las familias y que nos colocó en esquemas de paranoia, al grado que no queríamos salir de la casa o de condenar a cualquiera que sufriese un estornudo, lo menos que se esperaba de la autoridad, es un poco de honestidad.

¿De qué manera va a explicar el doctor Quiroz Pérez al país el silencio chicho que guardó por más de tres semanas?

No hay forma de negar que se trataba de influenza, tal como lo asienta la nota de Guadalupe Pérez Lima en El Sol de Tlaxcala, fechada el pasado siete de marzo.

¿Qué nos van a decir?… Mire usted, es que no queríamos alarmar a la población, por eso no enviamos las muestras de los veinticinco muchachos a los laboratorios de la SSA y, como tampoco queríamos espantar al secretario de Salud, José Ángel Córdoba Villalobos, pues, decidimos hacer mutis y hacer como dice la canción de Rafael… “Cierro mis ojos”….

Le puedo asegurar que un funcionario serio y formal del sector salud quedaría desempleado por un ocultamiento menos aparatoso que este.

Entonces, creo que el médico Quiroz Pérez, tiene que enmendar su papel de secretario de Salud, primero ofreciendo una disculpa por tan escandalosa omisión y segundo, actualizándose en el tema de la prevención, porque en sus manos está la salud de un estado, no es ni el director de una clínica particular y tanto menos el titular de un consultorio de acupuntura.

¡Es el secretario de Salud!

Esa es la responsabilidad que debe asumir, no puede seguir dentro de la mediocridad mostrada desde que le fue dada la oportunidad. No puede seguir regalando sonrisas cautivadoras de un cuentachistes malito a los representantes de los medios y, sobre todo a la gente que confía en las autoridades porque no tiene alternativa.