Ya se advertía la ineficiencia del “arqui compadrito”, a quien corrieron de la Secoduvi por ineficiente, pero sorprendentemente le dieron otra obra, ya como director del Induvit.


Entre la propuesta original, sobre la cual se erige el Instituto Inmobiliario de Desarrollo Urbano y Vivienda del Estado de Tlaxcala (Induvit) y  las acciones que actualmente desempeña, hay un notorio contraste que desafía  incluso, al marco legal que justifica su origen.

Con base en la norma –según lo difundió la administración estatal – dicho instituto se encarga de administrar y operar los fondos de vivienda, construir reservas territoriales, investigar, determinar y gestionar los requerimientos del suelo y la construcción de vivienda.

Así que no me explico las causas que motivaron a las autoridades a determinar que sería mediante el Induvit la construcción del recinto ferial de Santa Ana Chiautempan, digo, nada tiene que ver con sus atribuciones.

Originalmente se presupuestaron catorce millones de pesos (mdp) en una serie de trabajos consistentes en habilitar el bulevar Adolfo López Mateos, nivelar el área de estacionamiento, construir la barda principal y, lo principal: la zona de pabellón con plaza de acceso, los locales comerciales y una malla ciclónica para asegurar toda la obra, de cinco mil metros aproximadamente.

Dada la difusión (por ciento en temporada electoral) de este recinto ferial, uno supondría que se trataba de un complejo arquitectónico detonante del progreso de Santa Ana.

Y no es por ponernos de lado de los comerciantes, pero, hacer la tradicional feria de este municipio en el nuevo sitio, anticipa pérdidas para aquellos acostumbrados al formidable escaparate que resultan las calles del centro para vender los tan famosos cobertores, y demás textiles que, por añadidura generan una importante derrama económica a restaurantes, hoteles y otros servicios durante la temporada ferial.

Ahora bien, trasladar la vendimia al recinto en la comunidad de Texcacoac, sin la previa difusión avizora mermas que pueden significar el fracaso para muchos, aunque unos cuantos hayan resultado con un beneficio que, ya verá usted.

Uno llega a la obra dirigida por Wilfrido Domínguez Peña, y se encuentra con instalaciones muy por debajo de la expectativa generada. De aquellos 14 mdp del proyecto original, sin exageraciones se encuentra con algo que no sobrepasa los seis mdp para no caer en exageraciones.

Lo grave es que de aquellos 14 mdp, los costos se elevaron a veintidós mdp. Es decir 157 por ciento arriba del presupuesto original. Y yo diría que 157 por ciento debajo de lo esperado por comerciantes, ciudadanos y hasta por el entusiasmado alcalde, Alberto Flores Guevara, quien supuso que sería esta una de las obras con las que su nombre quedaría labrado en una placa admirada por las generaciones venideras.

Ahora, de que esa placa existe, ni lo dude usted; pero que la placa responda a la expectativa creada, esa sí es otra historia.

Las condiciones no podían ser mejores para los líderes de comerciantes, que viven de la extorsión. La feria, en consecuencia, se convirtió en causa de desencuentro. Y la inauguración del famoso recinto dejó de contar con el nutrido público que se esperaba, y las autoridades, como que no se explican los porqués usados por los comerciantes para generar el desorden en esta temporada, tan importante para fabricantes y comerciantes de las apreciadas artesanías de lana.

A Wilfrido Domínguez lo removieron de la Secretaría de Obras, Desarrollo Urbano y Vivienda (Secoduvi) por la incapacidad mostrada en ese marco de frivolidad tan de él. No comprendo cómo lo hacen director del Induvit y, en el colmo dan a este la facultad para erigir una obra tan significativa desde el ámbito político, cuya construcción obtuvo resultados contrarios a los esperados.

Priva una insistencia más allá de la lógica. Nadie en sus cabales confiaría a semejante personaje un proyecto como el descrito y, con los resultados tan pobres como ya se veía venir.

Por ahí de enero de este año, el gobernador Héctor Ortiz, acudió a supervisar la mencionada obra. Entonces dijo: “será un recinto digno y decoroso, que no sólo le va a dar a  Chiautempan, una significación arquitectónica de modernidad y de mejor vialidad, sino que ayudará al desarrollo de este municipio”.

La semana anterior, con un aforo bien pobre, al mandatario se le vio entre frustrado y conforme; entre resignado y arrepentido, pero la función tenía que continuar y el listó lo aguardaba para ser cortado.
Y así, como no se esperaba, comenzó la fiesta.