La tozudez de Calderón provocó la infiltración de decenas de espías, francotiradores y terroristas de Beatriz a la campaña del PAN. ¿y el alto coordinador enviado por el CEN, y los inútiles del Cisen?

Oiga, ¿usted sabe qué va a pasar en lo subsecuente con el Partido Acción Nacional (PAN)?

Me imagino que lo primero que harán es contratar a un terapeuta para analizar la conducta traicionera de militantes y advenedizos, porque a unos y a otros les salió el tiro por la culata.

Por ejemplo, Adolfo Escobar Jardinez, aceptó tomarse la foto con Adriana Dávila, para hacernos creer que el irreconciliable odio hacia ella había desaparecido, pero hay pruebas de su activismo a favor de Mariano González.

Damián Mendoza, traicionó en dos niveles. Primero, como coordinador electoral de la campaña, hizo creer a todos que un abultado (y oneroso) personal garantizaba el triunfo de Dávila en las urnas, pero en sus acciones había un doble lenguaje (en realidad detestaba la idea de servir en los trabajos para hacer gobernadora a Adriana, con quien llegó a reñir varias veces en alguno de los trabajos propios de su partido, cuando ni soñaban con que llegaría a ser candidata). La otra traición se fraguó en Chiautempan. Mediante caballazo irrumpió en la campaña de Mauricio Flores Arellano y, se proclamó coordinador. Pero en realidad trabajaba para el perredista Humberto Vega (a quien por cierto, tampoco se le hizo porque el PRI arrasó tras la absurda dimisión de Minerva Hernández).

Daniel Herrera Murga, fue tal vez el primer operador ¿orticista?, que se puso a las órdenes de Dávila. Siempre oculto se hizo de información que no dudó en proporcionar a la causa contraria. Y con sus actos confirmó ser parte de la élite de Beatriz Paredes Rangel, para horadar el cuartel adrianista.

En las mismas operó Alejandro García Arenas, el secretario de Comunicaciones y Transportes (Secte) de baja intensidad, con licencia, para que su encargo beatricista no llamara la atención.

Pero el que se llevó las palmas es Enrique Padilla Sánchez, quien resultó el caso más escandaloso de traición porque no fue candidato a la alcaldía de Tlaxcala. Entonces no tuvo empacho en hundir un puñal en el corazón de Víctor Hugo Cahuantzi, cuyo triunfo en la capital estaba cantado. Por añadidura restó a Adriana cuanto voto pudo.

Así se gana una guerra. Infiltrando espías, francotiradores y terroristas. Así ganó la guerra Beatriz.

No hubo quien la encarase. Poco a poco sustrajo información y compró a quienes el día de la jornada durmieron plácidamente en su casa.

Pero, y el coordinador de la campaña, Alfredo Hernández, ¿a qué se dedicaba? A lo que podía según podemos ver; a cumplir con las acciones que su desconocimiento le permitió concretarse.

Por ahí comenzó el fracaso. Otro, con el mínimo expediente local habría actuado. Pero él, se dedicó a promoverse como el operador ideal.

¿Y qué pasó con el Cisen? Sus agentes se dedicaron a espiarse entre ellos mismos. Seguramente en los cientos o miles de grabaciones, pudieron documentar sus debilidades lo mismo en bares que en moteles, en antros que en plazas. O sea, no sirvieron para nada. Fueron un recurso más tirado a la basura. Qué pena.

Esto nos habla del caos.

Por eso, mi insistente pregunta: ¿qué va a pasar con el PAN?

Nunca nos aclararon el financiamiento de su edificio. Así como el bodrio de gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, respondió en abril de 2008 con un “¡chinguen a su madre!” a quienes criticaron la entrega de limosnas multimillonarias a la iglesia católica, en la misma forma consideraron las dudas de propios y extraños respecto a la forma como se erigió ese que hoy es una bodega fría, vacía, donde priva el desánimo.

Ya lo veíamos venir. La imposición del lunático rompió el idilio entre Ortiz y el PAN. Los Enrique Padilla se multiplicaron bajo la hipócrita voz: “soy un soldado del gobernador”… sí chucha, un sedicente soldado de Beatriz, cuyo comportamiento mercenario contribuyó al acabose.

Los Padilla, los Herrera Murga, se encargaron de no dejar piedra sobre piedra del orticismo. Con esos colaboradores para qué quieres enemigos.

Las prioridades de Mariano

Hoy que nos golpea un tremendo temporal nos damos cuenta que los políticos no solo deben utilizar la historia para endilgarnos ideas que pudieron ser ciertas, o no.

Corría el régimen de Emilio Sánchez Piedras, cuando se decidió una de las obras más importantes de la capital de Tlaxcala: la introducción del drenaje sanitario (por cierto a cargo del constructor que desde esas fechas no ha dejado la ubre).

Y se logró.

Con una planeación realmente mediocre se estimuló el uso de tubos así de inoperantes.

Por eso hay esquinas que hieden, como Juárez y Lardizábal, como Juárez y Morelos, y en general, la Plaza de la Constitución.

Como Mariano González Zarur, nos vendió la idea de que en tiempos de Sánchez Piedras las cosas se hicieron más que bien, pues que asuma como uno de sus primeros compromisos la introducción de un eficiente sistema sanitario, porque fíjese, el órgano desconcentrado llamado Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Tlaxcala (CAPAM) bien que cobra por surtir el vital líquido y por captar las descargas. Sus cobros son de primer mundo, pero su servicio es de quinta.

Hombre, no hay que ser… miles de tlaxcaltecas que habitamos en el centro histórico padecemos lo mismo inundaciones que fetidez, y sin embargo tenemos que pagar puntualmente.

Y como parece que hoy sí se van a entender gobernador y alcalde (conste que lo veía como un vil naco), a los dos les suplicamos que nos arreglen el asunto del drenaje. De veras se los vamos a agradecer.

Ya ves, estamos a punto de tener una especie de Las Vegas y sus espectaculares hoteles en la explanada que albergará a la Plaza de la Cultura.

Bienvenida tan impresionante obra. Pero, nuestro drenaje ¿no?