Ayer quedó más que demostrada la excelente relación que existe entre el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez y la administración federal que encabeza el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, así como el rompimiento irreversible entre el grupo político menista y el que preside el ex gobernador Mariano González Zarur que lleva tres informes haciéndole el feo al actual mandatario que llegó al cargo gracias al impulso y decisión del hacendado.

Marco Mena se mostró en su Tercer Informe de Gobierno más que atento con los funcionarios federales que asistieron al acto y que estuvieron encabezados por la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien sin tapujos reconoció el trabajo del priista y no paró en halagos, como el hecho de destacar el crecimiento del 4 por ciento que logró Tlaxcala, las obras de gran impacto realizadas sin recurrir a la deuda pública, el programa de becas y otras acciones que permitieron a muchos tlaxcaltecas abandonar la pobreza extrema.

La ex ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que en su momento salvó al priista Mario Marín Torres, el ex gobernador precioso de Puebla de ir a la cárcel y de enfrentar la justicia por supuestamente conspirar contra la periodista Lydia Cacho, hoy se desvivió en consentir al mandatario tlaxcalteca que está convertido en el mejor aliado de la Cuarta Transformación en un estado que después de Tabasco le dio más votos a López Obrador para ganar los comicios presidenciales del 2018.

Si bien estuvieron presentes los ex gobernadores Tulio Hernández Gómez, Samuel Quiroz de la Vega, Beatriz Paredes Rangel, el camaleónico José Antonio Álvarez Lima y el ex panista Héctor Ortiz Ortiz, la ausencia del ladino ex priista y ex perredista Alfonso Sánchez Anaya pasó desapercibida, no así la inasistencia del hacendado ex gobernador Mariano González Zarur que sigue generando especulaciones y reacciones entre la clase política.

El gobernador Mena se mostró prudente y nunca mencionó al PRI. Sólo agradeció la presencia del dirigente nacional de su partido Alejandro Moreno Cárdenas, quien fue sentado en primera fila al lado de los mandatarios de Oaxaca, Alejandro Murat y del Estado de México, Alfredo del Mazo.

Si fue un acto premeditado o no, llamó la atención el hecho de que en el evento oficial sólo se mencionaran los nombres de dos de las aspirantes que son manejadas para suceder en el cargo a Marco Mena, la priista y alcaldesa de la capital, Anabell Ávalos Zempoalteca y la delegada de Programas Integrales de Desarrollo del gobierno federal, Lorena Cuéllar Cisneros.

Por cierto, Lorena Cuéllar no sólo fue apapachada por la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez, sino por la Directora de Atención Ciudadana de Palacio Nacional, Leticia Ramírez Amaya. Fue una de las políticas tlaxcaltecas que más saludos y muestras de afecto recibió por parte de los asistentes al Centro de Convenciones, al grado que el hermano del gobernador de Tlaxcala, Fabricio Mena, aprovechó la oportunidad y no tuvo ningún problema para solicitarle una reunión porque le urge hablar y tratar temas importantes, detalle que fue observado por varios invitados al informe.

En el evento también se pudo ver a un desangelado Mariano González Aguirre, quien fungió como mayordomo de Alejandro Moreno. Sin poder y sin cargo relevante, el hijo del ex gobernador de Tlaxcala prácticamente fue ignorado por la clase política a la que siempre maltrato.

Otro político tlaxcalteca que fue denigrado y que hace dudar de su llegada a la dirigencia del PRI en el estado, fue Noé Rodríguez Roldán, quien tras dejar el gabinete estatal fue sentado a la orilla del recinto y muy lejos de Alejandro Moreno, pese a que en agosto pasado fungió en Tlaxcala como su coordinador de campaña en el proceso interno que ese partido llevó a cabo para elegir a sus nuevos líderes.

La cuenta regresiva de la administración de Marco Mena empezó y el tema de la sucesión será cada vez más recurrente. Al actual gobierno le queda un año y ocho meses en el poder y la pregunta que todos se hacen es si el PRI tendrá la capacidad para retener la gubernatura o si ya está resignado a entregarla a Morena.