Solo le bastaron a Alejandro Moreno Cárdenas, nuevo dirigente nacional del ex partidazo, unos días para dejar en claro que el PRI mantendrá sus mismos vicios que lo llevaron a perder la confianza de los ciudadanos, por lo que está destinado al fracaso y a la mediocridad cuando uno observa que en su equipo de trabajo incorporó a personajes de medio pelo, corruptos y sin la capacidad de pensar, pues lo único que los mueve es su gran ambición por el dinero público.

Si bien el PRI es gobierno en Tlaxcala, eso no garantiza que en el 2021 retendrá la gubernatura y recuperará los espacios perdidos en los comicios del 1 de julio del 2018, donde prácticamente los candidatos del tricolor fueron aplastados por la fuerza de Morena y el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Hoy no se tiene certeza sobre quién será el líder de facto del PRI en el estado, ya que por un lado se menciona que el poder recaerá en el aún mandatario Marco Antonio Mena Rodríguez y por otro que los marianistas a través del junior Mariano González Aguirre tendrán el control del ex partidazo.

Para mala fortuna de los priistas de la entidad, Alejandro Moreno alias “Alito”, tuvo la pésima ocurrencia de aliarse y rescatar al hijo que el ex gobernador tlaxcalteca Mariano González Zarur tuvo con la cachonda vedette tabasqueña Hilda Aguirre Oliveros, por lo que Mariano González Aguirre, mejor conocido como “El Moles”, se hará cargo de la Secretaria de Atención para los Estados en Oposición del CEN del PRI”.

Pésimo político y limitada persona, Marianito tiene más fracasos que logros en su meteórica carrera. Por ser hijo del hacendado Mariano González tuvo la suerte de coordinar la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, labor que realizó muy mal porque entregó nefastos resultados siendo que contó con supuestas carretadas de dinero que en aquel entonces le proporcionó su papá que ya se desempeñaba como gobernador de Tlaxcala.

Ya al final de la administración de su repudiado padre, González Aguirre fue impuesto como candidato priista a diputado local por el distrito de Apizaco, elección que ganó no gracias a su eficiente operación política electoral, sino a los recursos públicos canalizados para comprar conciencias y votos.

Aunque hubo el intento de repetir esa hazaña en la elección del año pasado para buscar convertir a “El Moles” en diputado federal, éste no pudo lograr su objetivo y perdió ante un insignificante contrincante de nombre José de la Luz Sosa Salinas, mejor conocido como “Pepeluche”.

Su paso por el Congreso del Estado fue desastroso no sólo por la monumental corrupción que prevaleció en esa legislatura, sino porque no pudo ocultar su hambre al operar burdamente el saqueo y robo de los muebles propiedad de ese poder que fueron almacenados en una bodega presuntamente de su propiedad que se ubica muy cercana al Outlet Puebla Premier.

Si Marianito es incapaz de convencer a los priistas con los que trabajó en Tlaxcala que lo consideran un traidor, desleal y convenenciero, imagínese si podrá tener la capacidad de organizar a los militantes de su partido en aquellos estados donde son oposición y en donde es obvio que se requiere talento y algo más para tratar de revivir a un instituto político que hoy muestra un evidente proceso de desfallecimiento.

Si la llegada de Alejandro Moreno a la dirigencia nacional del PRI alimentó la posibilidad de ver en el futuro el fortalecimiento de ese partido, esa opción se descarta cuando uno observa el comportamiento de ese nuevo líder y el grupo de colaboradores que está incorporando, pues es evidente que el tricolor no cambiará y que hoy simplemente lo preside un militante que está armando su nuevo Club de Tobi.

Así resulta imposible pensar que el PRI dará la pelea en Tlaxcala en los comicios del 2021.