Si entre los priistas tlaxcaltecas existía una esperanza de resurgir de sus cenizas para enfrentar con dignidad las elecciones del 2021, ayer los ánimos se derrumbaron cuando conocieron que el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez respaldará al mandatario con licencia de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas “Alito” para conseguir la dirigencia nacional del ex partidazo al permitir que el desgatado Noé Rodríguez Roldán se ausente de sus responsabilidades en la administración estatal para dedicarse a la grilla política.

El PRI en Tlaxcala que vive un proceso de extinción desde el pasado 1 de julio en que sufrió una dolorosa derrota frente al partido de Morena y el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se ha mantenido aletargado y su líder estatal Roberto Lima Morales se ha caracterizado por prolongar un incomprensible duelo, como si la instrucción de su jefe político hubiera sido no hacer nada con la clara intención de entregar en unos años más el poder.

El enorme rechazo hacia el PRI y los bajísimos niveles de aprobación de la administración de Mena Rodríguez, sin duda colocan a ese partido en una posición difícil para enfrentar sus futuros compromisos electorales y más cuando se recurren a figuras desgastadas, sin talento y con una dudosa lealtad para tratar de despertar el interés de los militantes que fueron marginados de la estructura administrativa del poder no sólo por el actual gobierno, sino por el que encabezó el también priista y hacendado Mariano González Zarur.

Mena Rodríguez quizá está dentro del grupo de los gobernadores priistas que apoyan las aspiraciones de Alejandro Moreno “Alito” para convertirse en el dirigente nacional del PRI, porque de otra forma no se entiende la autorización de una licencia de 60 días para que Noé Rodríguez Roldán deje su cómoda oficina de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para coordinar la campaña del mandatario de Campeche.

Cansado del flirteo que por meses sostuvo clandestinamente con Morena y sus dirigentes locales, Noé Rodríguez decidió desempolvar su chaqueta priista y salir públicamente a decir que su partido no está muerto y que éste necesita una cirugía mayor, con la evidente voracidad de agandallarse desde ahora las migajas que el ex partido recogerá en los comicios del 2021 en que los tlaxcaltecas elegirán gobernador, diputados federales, legisladores locales, ediles y presidentes de comunidad.

La intención del priista es que los medios de comunicación lo vuelvan a mencionar como un “serio” aspirante a la candidatura del PRI al gobierno de Tlaxcala, cuando sus verdaderas aspiraciones son convertirse en diputado federal o local por la vía plurinominal, de ahí que su servilismo con el menismo y con “Alito” será inmenso a fin de conseguir su personal objetivo.

Noé Rodríguez es un petardo que hoy en día no representa nada, por lo que su inclusión en la lista de aspirantes a suceder a Marco Antonio Mena resulta una vacilada.

Quién en su sano juicio podrá creer que el funcionario con licencia del gobierno de Mena es un priista diferente o con ganas de impulsar una transformación del partido, cuando formó parte de la corrupta administración del presidente de México, Enrique Peña Nieto y cuando encabezó a un grupo de priistas que terminó por abandonar una vez que vendió el movimiento y se sumó a la campaña del actual mandatario tlaxcalteca y que le valió un cargo en el gabinete.

Además, en caso de lograr la dirigencia nacional de PRI, se dice que Moreno Cárdenas también tendrá que apapachar al grupo marianista que desde hace algunas semanas trabaja para su causa, ya que el junior y ex diputado local, Marianito González Aguirre, opera en diferentes estados del país para que su nuevo aliado tome las riendas del ex partidazo.

Los priistas están perdidos y siguen sin encontrar la brújula que les diga cuál camino deben tomar para revivir y evitar su extinción.

La verdad es que ese partido está muy jodido en Tlaxcala y a nivel nacional.