Las pugnas y pleitos internos en la coalición legislativa conformada por Morena, el PT y el PES que forman parte de la cuarta transformación cobró su primera víctima en la persona del sobrado Víctor Manuel Báez López, quien ayer fue sacado de la presidencia de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso del Estado al perder la confianza de la mayoría de los legisladores locales.

 

La salida de Báez López del órgano de gobierno más importante del Poder Legislativo era inminente y el ex alcalde de Zacatelco siempre minimizó las señales que recibió por parte de los diferentes actores políticos que lo rodeaban.

En noviembre del año pasado y a dos meses de haber asumido el cargo y el liderazgo de los diputados locales de Morena, estuvo a punto de ser echado de la presidencia de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso del Estado para permitir la llegada de la legisladora María Ana Bertha Mastranzo Corona.

En aquella ocasión, la decisión ya estaba tomada por parte de los diputados locales, pero la intervención del entonces futuro subsecretario de la Secretaría de Gobernación, Zoé Robledo Aburto, impidió que se concretara ese cambio, pero si avaló que Mastranzo Corona fuera designada coordinadora de los legisladores de Morena y que Víctor Manuel Báez sólo conservara la presidencia de la mencionada junta.

Alentado y protegido por el ex gobernador priista José Antonio Álvarez Lima y el actual senador y líder de Morena en Tlaxcala, el también ex militante del PRI, Joel Molina Ramírez, el diputado Báez López asumió el control del Congreso del Estado y se alió con el actual mandatario priista Marco Antonio Mena Rodríguez y la chiquillada legislativa integrada por el PRD, PAN, PRI, Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza y el Verde Ecologista para, según él, demostrar un poder que era tan endeble como su liderazgo.

Los meses avanzaron y su soberbia y falta de oficio político lo empezó a perder. Se alejó de sus aliados y a través de Melecio Domínguez Morales, secretario Parlamentario del Congreso del Estado, empezó a ocultar información a los legisladores que terminaron por no aceptar las formas de Víctor Manuel Báez y ese funcionario que también fue removido de su puesto.

En ese tiempo, el diputado morenista también decidió romper su alianza con el gobernador Marco Mena. No respeto acuerdos y empezó a lanzar duras críticas a la administración estatal. Ante esa actitud, el mandatario decidió dejar sólo al soberbio legislador que perdió la interlocución con el jefe político del estado una vez que Arnulfo Arévalo Lara fue removido como enlace entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo.

Báez López siempre contó con el respaldo de algunos diputados convenencieros y sin criterio propio como el coordinador de los legisladores del PRD, Miguel Ángel Covarrubias Cervantes, así como María del Rayo Netzahuatl Ilhuicatzi, presidenta de la Comisión de Finanzas y Fiscalización y la incompetente representante de la fracción parlamentaria del PT, Irma Garay Loredo y el ladino lambiscón Ramiro Vivanco Chedraui.

Ayer, los contados esbirros de Víctor Manuel Báez nada pudieron hacer para evitar su remoción y tampoco tuvieron la delicadeza de ocultar su sometimiento, pues con una sola señal de su pastor se salieron del salón de sesiones para no votar el punto de acuerdo por el cual se ordenaba el cambio del presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso del Estado.

El triunvirato que por casi diez meses mantuvieron en el Congreso del Estado Víctor Manuel Báez, José Antonio Álvarez y Joel Molina llegó a su fin. Hoy Mastranzo Corona deberá mostrar oficio político y mayor sensibilidad si es que quiere conservar la unidad y el liderazgo.

Ojalá el comportamiento de los legisladores sea diferente y los ciudadanos perciban a unos diputados locales comprometidos con el pueblo y no sólo con sus intereses.