Hasta cuando el gobierno de Marco Antonio Mena Rodríguez reconocerá que en Tlaxcala si opera el crimen organizado y que éste curiosamente llegó para quedarse, al grado que ahora fuerzas policiacas de otros estados como es el caso de Puebla tienen que venir hasta estas tierras a combatir y detener a los delincuentes porque aquí el inútil procurador de Justicia, José Antonio Aquiahuatl Sánchez, es un cero a la izquierda.

Como suele suceder con casos de alto impacto que terminan por dañar la imagen de las autoridades estatales, el tema del enfrentamiento registrado el pasado viernes por la noche entre una banda de secuestradores contra elementos de la Fiscalía General del Estado de Puebla que dejó un criminal muerto en la calle Yunque de la colonia Ferrocarrilera del municipio de Apizaco se minimizó, para evitar que éste tuviera impacto negativo entre los habitantes de este estado que según el gobierno de Tlaxcala es de los más seguros del país.

La absurda negación de los funcionarios estatales de no reconocer la operación del crimen organizado en Tlaxcala es insostenible, pues de acuerdo con las versiones oficiales se sabe que los agentes poblanos investigaban a una banda de secuestradores que operaba en Puebla y Tlaxcala, por lo que una vez que obtuvieron y comprobaron la información realizaron los trámites legales necesarios para incursionar en Apizaco donde pretendían llevar a cabo un operativo para detener a los integrantes de ese grupo de maleantes que al parecer tenían privada de su libertad a una persona.

En ese operativo que derivó en un enfrentamiento armado participaron varias personas que recurrieron a la violencia para detener el avance de los miembros de la Fiscalía de Secuestro y Delitos de Alto Impacto de la Fiscalía General del Estado de Puebla.

Por la versión oficial que la PGJE de Tlaxcala emitió a través de un comunicado, se tiene confirmado que los integrantes de la banda criminal lograron escapar. En su huida también se especula que se llevaron a su víctima, aunque también existe otra versión que refiere que los agentes sí lograron rescatar a una joven de Orizaba, Veracruz, que había sido levantada anteriormente en Puebla.

La oficina de prensa de la PGJE informó que la dependencia sólo abrió una carpeta de investigación por el fallecimiento de un presunto criminal, de ahí que para muchos el operativo montado en Apizaco fuera un fracaso, tanto que se sospecha que alguien pasó el pitazo a los miembros de esa banda criminal que tuvo las condiciones para poder huir de Apizaco.

Se desconoce si esa banda es la responsable de algunos secuestros cometidos en Tlaxcala. En el último mes se tiene conocimiento de dos privaciones ilegales de la libertad que involucran a una mujer y un hombre, los cuales no han sido resueltos por la PGJE que controla el gris José Antonio Aquiahuatl.

Resulta preocupante que los agentes poblanos de la Fiscalía General del Estado de Puebla hayan descubierto que en Apizaco operaba un grupo criminal dedicado al secuestro y otros ilícitos sin que en Tlaxcala estuvieran enteradas las autoridades encargadas de brindar seguridad y procurar justicia, situación que demuestra que los funcionarios responsables de esas tareas hacen muy mal su trabajo.

Es ridículo que el procurador José Antonio Aquiahuatl y el secretario de Gobierno José Aarón Pérez Carro sostengan que en Tlaxcala no opera el crimen organizado y que sea a través de una dependencia del gobierno de Puebla por la cual nos enteremos que en Apizaco hacía de las suyas una banda de secuestradores.

La sicosis por la ola de inseguridad que prevale en Apizaco y en Tlaxcala va en aumento. En redes sociales se especula que el criminal abatido la noche del viernes luce la misma ropa y características del maleante que al inicio de la semana se metió a un banco de la capital tlaxcalteca para robar 270 mil pesos a unas jóvenes que habían retirado esa cantidad.

Si Tlaxcala es de los estados más seguros del país, no quiero imaginar cómo estarán otras entidades.