Una vez confirmada la salida del soberbio Alfredo Cuecuecha Mendoza del Colegio de Tlaxcala, otra herencia de la pasada administración que encabezó el hacendado gobernador Mariano González Zarur, se esperará la designación del próximo director general del Cecyte para quizá cerrar la posibilidad de que existan más cambios de funcionarios estatales en el transcurso del presente año.

Conforme avanza el 2019, cada vez se aleja más la eventualidad de que se realice una sacudida en el gabinete del actual mandatario de Tlaxcala, Marco Antonio Mena Rodríguez, quien parece ser el único que está satisfecho con el desempeño de sus colaboradores que en su gran mayoría ya entró en su zona de confort.

Cuando en julio del 2018 el partido del gobernador perdió rotundamente las elecciones y se comprobó la falta de operatividad y efectividad electoral de los funcionarios estatales, se especuló sobre ciertos cambios de servidores públicos de primer nivel de la actual administración que la clase política consideraba como necesarios y urgentes.

Sin embargo, el tiempo pasó y a nueve meses de esa dolorosa derrota sólo se presentaron algunos movimientos en el sector educativo que tuvieron más la intención de incorporar a la nómina oficial a ex candidatos priistas y sacar de ciertas posiciones a marianistas que habían logrado sobrevivir.

Hace unas semanas se empezó a manejar la salida de Alfredo Cuecuecha, quien por varios años controló unilateralmente el Colegio de Tlaxcala, donde aprovechó su cargo para incurrir en actos de vil nepotismo al contratar a sus familiares y para beneficiar a sus amigos con los recursos públicos de esa institución, para lo cual siempre contó con la complicidad de Ricardo García Portilla, ex diputado federal y ex funcionario consentido de Mariano González.

Aunque los excesos de Cuecuecha Mendoza se conocían desde el 2016, éste personaje logró mantenerse en el cargo durante el gobierno de Mena Rodríguez, quien finalmente decidió removerlo una vez que comprobó que ese académico era uno de sus principales críticos y que recurrentemente solía hablar mal de su desempeño como mandatario, lo cual no es exclusivo de ese nefasto personaje porque es una práctica común entre ciertos miembros del gabinete.

El lugar de Alfredo Cuecuecha es ocupado desde ayer por Angélica Cazarín Martínez, quien como nueva presidenta de El Colegio de Tlaxcala tiene el reto de poner fin a los excesos y abusos en esa institución, pero sobre todo de abrir una investigación para castigar la voraz corrupción de su antecesor.

Como se podrá dar cuenta los cambios en la actual administración son a cuentagotas, de ahí que habrá que esperar unas semanas más la designación de director general del Cecyte a fin de tener una clara idea de quienes será los funcionarios que seguirán en el gobierno del estado por otros 29 meses.

Durante ese tiempo tendremos que soportar las tonterías y errores de algunos de ellos, como las del bobo procurador de Justicia de Tlaxcala, José Antonio Aquiahuatl Sánchez, quien durante una mesa de trabajo de la coordinación territorial para la construcción de la paz con alcaldes y directores municipales de seguridad se quejó de la falta de capacitación de los policías del estado para después aclarar que “no dijo que lo dijo”.

Sintiéndose el gran académico y experto del sistema penal acusatorio, el gris funcionario que según el comunicado oficial capacitó con una plática a los alcaldes y oficiales ahí presentes, lamentó que haya deficiencias y falta de preparación de los policías, ya que esos elementos impiden llevar a la cárcel a los presuntos criminales, porque esas inconsistencias son utilizadas por los infractores para obtener su libertad.

Aquiahuatl Sánchez es todo un charlatán que ante su manifiesta incapacidad ahora trata de justificarse por los nulos resultados que ha tenido como procurador, pues es evidente que el crimen es el que manda en Tlaxcala.