Ahora resulta que el popular, eficiente y querido gobernador de Tlaxcala, Marco Antonio Mena Rodríguez, fue víctima de una celada de la gran operadora política y funcionaria federal Lorena Cuéllar Cisneros, quien pasando por la autoridad de su jefe el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, arremetió contra su ingenuo rival que su único problema es trabajar incansablemente para el desarrollo de la entidad.

Antes de buscar culpables de la rechifla y abucheos que recibió de parte de sus gobernados, el mandatario estatal debe aceptar que sus asesores y funcionarios son pésimos no sólo para operar, sino para cuidar su imagen y su figura.

De entrada la operación “salvemos al jefe” que estuvo a cargo del Oficial Mayor de Gobierno, Luis Miguel Álvarez Landa, de llevar empleados de la administración estatal como acarreados para echar porras a Marco Mena fue un rotundo fracaso, pues sus gritos oficiales fueron opacados por las consignas de rechazo que salieron de manera espontánea de las personas que acudieron al domo blanco del Centro Expositor de Tlaxcala y que constató el presidente Andrés Manuel López.

El equipo de logística del gobierno del estado y los empleados de la empresa poblana contratada para instalar el audio mostraron su inexperiencia y lejos de ocupar el sonido ambiente para contrarrestar las consignas de protesta bajaron el volumen para permitir que las inconformidades se hicieran más evidentes.

El séquito cercano del mandatario y su arrogante secretaria particular, Eladia Torres Muñoz, optaron por esconderse detrás del escenario y dejaron sólo a su jefe que, según la sesuda prensa independiente, es todo un estadista capaz de echarse a la bolsa al presidente López Obrador en un dos por tres.

El presidente es todo un viejo lobo de mar y se percató que a su llegada habían sido ubicadas personas que empezaron a lanzar porras a Marco Mena, las cuales se convirtieron en una provocación una vez que los asistentes que se encontraban en el domo blanco comprobaron que eran alabanzas para el mandatario estatal, de ahí que los gritos de “fuera Mena” aparecieron y no pararon por varios minutos.

López Obrador fue ovacionado y las consignas contra el queridísimo Marco Mena no paraban. Vaya su discurso de bienvenida al mandatario del país tuvo que ser cortado porque en todo momento el gobernador fue interrumpido por ese mal humorado pueblo que no valora tener un líder moderno que impulsa una gobernanza digna de ser replicada no sólo en México, sino en todo el mundo.

En su intervención y dueño del escenario, el presidente de México aprovechó los ánimos encendidos para referirse a la pasada administración priista que mal gobernó el país y robó todo lo que pudo, en clara alusión al partido y a los políticos que pertenecen al mismo instituto al que milita Marco Mena.

Habló de sus programas, de la cuarta transformación y del combate decidido que realiza contra la corrupción. AMLO mencionó en varias ocasiones el nombre del gobernador y dejó que los asistentes sacaran su malestar contra el jefe de Ejecutivo local y como lo ha hecho en otras entidades donde los ciudadanos rechazan a sus gobernadores, Andrés Manuel López pidió una vez avanzado su discurso, respeto hacia Mena y un aplauso que salió muy forzado del público cercano al escenario, pero que también estuvo acompañado de gritos de repudio.

Y aunque hay toda una estrategia del gobierno del estado para negar lo innegable, la realidad es que López Obrador sí mencionó a Lorena Cuéllar en su discurso y dejó en claro que el trabajo de esa funcionaria federal está avalado por él y que como coordinadora de Programas de Desarrollo es la representante de su gobierno en Tlaxcala.

Marco Mena fue repudiado ayer y punto.

Al despedir a López Obrador y subirse a su camioneta se percató del enorme rechazo ciudadano que existe hacia su persona, pues su camioneta fue golpeada y los gritos de “huachicolero “y “huevón ponte a trabajar” fueron la constante.

El gobernador debe buscar culpables de su enorme rechazo al interior de su administración y no culpar de todo lo malo que le pasa a Lorena Cuéllar que, según sus asesores y consejeros, está convertida en todo un moustro que pretende destruir este ejemplar y eficiente gobierno.