Al casi dos años de que las autoridades estatales y municipales asumieron sus responsabilidades y han ejercido el poder, la gran coincidencia que existe es la desaprobación de los ciudadanos y ciudadanas a esas administraciones que durante sus campañas y primeros meses de gobierno generaron grandes expectativas que conforme pasaron los meses quedaron sólo en discursos y promesas incumplidas.

La próxima semana una vez que el nuevo gobierno federal haya entrado en funciones el sábado 1 de diciembre, iniciarán los informes oficiales de las autoridades locales que en teoría darán a conocer el estado que guarda la administración pública y los avances que se han tenido en materia de obra pública y otros indicadores a los que se suele recurrir para presumir que están trabajando.

A nivel estatal habrá muy poco que informar, salvo que la construcción de las gradas del estadio Tlahuicole ya casi se concluye, que por fin se inició la ampliación y modernización de la carretera Tlaxcala-Apizaco y que la entidad cuenta con un amplio programa de becas que beneficia a 10 mil estudiantes.

También se presumirán una que otra obra al interior del estado, la instalación de nuevas empresas y la llegada de más inversiones para crear más centros comerciales, así como la tendencia positiva que se tiene en la generación de empleos formales.

Es muy probable que se omita el gran pendiente que existe en materia de seguridad. La inversión histórica que se ofreció hace meses en esa materia seguramente se llevará a cabo avanzado el 2019 si bien nos va, pues desde que en septiembre pasado se canceló el concurso “amañado” para la compra de las nuevas patrullas el asunto ha sido olvidado y hasta ahora nadie sabe cuándo se procederá con la adquisición de esas unidades y el equipo que requieren los uniformados.

Lo mismo sucede con el proyecto de Hospital General de Tlaxcala, cuyo proceso de licitación ha sido largo y tedioso, al grado que se desconoce la fecha en que empezará esa obra en la que en una primera etapa el gobierno del estado pretende canalizar 300 millones de pesos que apenas si alcanzarán para levantar los muros de lo que un día será el nuevo nosocomio.

Pero los pendientes no son exclusivos del gobierno del estado, ya que también hay por parte de los presidentes municipales que prometieron múltiples acciones y obras que hoy en día no se ven por ningún lado.

Por ejemplo, en la capital de Tlaxcala las autoridades prometieron diferentes proyectos que conforme paso el tiempo se cancelaron por estar basados en la imaginación y no en una planeación con viabilidad financiera.

En los últimos meses esas autoridades anunciaron la adquisición de patrullas, de camiones compactadores de basura y otras acciones que sólo han quedado en el discurso, porque la ciudad sigue padeciendo la delincuencia, la escasez de obra y el descuido de un gobierno que hasta ahora sólo ha demostrado tener buenas intenciones, las cuales no sirven a la hora de ejercer el poder.

Valdría la pena que las actuales autoridades en funciones destinaran un recurso para contratar un estudio de opinión que les presentara datos reales de sus niveles de aprobación. Urge que conozcan cuál es la percepción que los ciudadanos tienen de sus gobiernos y de ellos como políticos, porque a lo mejor así se darían cuenta que están mal y que necesitan cambiar de rumbo.

Ninguna autoridad tanto estatal como municipal obtiene en estos momentos un nivel mínimo de aprobación, sin embargo ese detalle está siendo ignorado porque los políticos que ejercen el poder en la actualidad sólo tienen oídos para los halagos, situación que con el tiempo se convertirá en un grave error para su futuro.