Los pleitos internos y la división que prevalece al interior de la alianza legislativa conformada en Tlaxcala por los diputados de Morena, el PT y el PES ya no serán tolerados, porque trascendió que el equipo del futuro presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, no se arriesgará a perder el control de un Congreso local y mucho menos hacer el ridículo de que una iniciativa alentada por el nuevo gobierno no sea aprobada.

Cansados del desorden y los desaciertos que han cometido en los últimos dos meses los diputados locales de Morena, el PT y el PES que gracias al impulso de López Obrador llegaron al Congreso del Estado, éstos fueron llamados a una reunión con carácter de urgente a la Ciudad de México, la cual fue presidida por el futuro subsecretario de Gobernación, Zoé Robledo Aburto.

Ahí, el futuro funcionario federal y cercano colaborador del presidente electo de México escuchó con atención las múltiples quejas contra el presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política, Víctor Báez López, por el entreguismo mostrado hacia al gobernador priista Marco Antonio Mena Rodríguez y su perversa alianza legislativa con la chiquillada integrada por el PAN, PRD y el PRI.

Joel Molina Ramírez, líder en Tlaxcala de Morena fue un testigo incómodo de las acusaciones lanzadas contra su pupilo Báez López, quien por cierto decidió no asistir al encuentro junto con las diputadas del PT Irma Garay Loredo (No fue convocada), María Félix Pluma (Se disculpó porque debía asistir al sepelio de su abuelo) y Michel Brito Vázquez (Se excusó por cuestiones de trabajo), así como los legisladores morenistas con las responsabilidades más importantes en el Poder Legislativo como el presidente del Comité de Administración Rafael Ortega Blancas, (Argumentó un problema familiar) y la presidenta de la Comisión de Finanzas y Fiscalización María del Rayo Netzahuatl Ilhuicatzi que no se sabe el motivo de su inasistencia.

Trascendió que los diputados locales de los mencionados partidos no están contentos con el desempeño de Víctor Báez como presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso de Estado, por lo que se dejó entrever que el ex presidente municipal de Zacatelco podría ser removido de su cargo para que su lugar sea ocupado por María Ana Bertha Mastranzo Corona, quien al parecer reúne el consenso de sus compañeros.

También se analizó la posibilidad de remover algunas designaciones del personal directivo del Poder Legislativo, de ahí que no se descarta que sea cambiado el director Jurídico, el secretario Parlamentario y el responsable de la Dirección de Comunicación Social.

El futuro subsecretario de Gobernación Zoé Robledo no tuvo empacho en regañar a los diputados locales de Tlaxcala y lamentar su pobre y gris actuar de las últimas semanas. Les advirtió que su proceso de aprendizaje había terminado y que a partir de hoy deberían alinearse y mostrar unidad, porque quien seguirá alentando la división y tuviera un comportamiento distinto al que promueve López Obrador tendría que irse y enfrentar las consecuencias de sus decisiones.

Los convocó a tener una relación respetuosa con el gobernador priista de Tlaxcala sin que eso implique sometimiento u obediencia ciega. Al diputado del PES José Luis Garrido Cruz, se le encargó presentar una iniciativa de reforma para obligar al mandatario en turno rendir su informe de gobierno en el Congreso del Estado y no en otro recinto como sucede actualmente.

No se sabe si el regaño que recibieron los legisladores locales de Morena, el PT y el PES tendrá un efecto inmediato, pues eso se verá en los próximo días con las decisiones que asuman y que sin duda se deberán reflejar en un cambio en su actitud, pues es real la preocupación en el equipo de López Obrador en el sentido de que las divisiones internas pueden provocar que se pierda el endeble control que hoy se tiene sobre el Poder Legislativo del estado.

Joel Molina y Víctor Báez fueron los que más perdieron ayer. Su alianza y su entreguismo con las autoridades estatales quedó más que evidenciado, situación que prácticamente minó su poca credibilidad que les quedaba como políticos.

Ojalá el jalón de orejas tenga un efecto positivo, ya que Tlaxcala merece un Congreso del Estado de mayor nivel.