Últimamente la postura y declaraciones de las autoridades no encuadran con la realidad que se vive en Tlaxcala, es como si ellas vivieran en mundos paralelos donde todo está bien y los problemas que aquejan a la mayoría de los ciudadanos no existieran en los niveles alarmantes que se registran actualmente.

La reestructuración que se emprendió en los mandos encargados de la seguridad pública en Tlaxcala no se ha reflejado en una disminución en los índices delictivos, porque los homicidios, el robo de automóviles y el narcomenudeo siguen a la alza, sin que hasta ahora se perciba algún resultado favorable de las nuevas estrategias implementadas en la entidad.

Eduardo Valiente Hernández, comisionado estatal de Seguridad Pública ya tiene casi un mes y medio en el cargo y su trabajo no se ve, pues guardando las proporciones su desempeño es muy similar al que venía realizando Herve Hurtado Ruiz, ex jefe de la policía estatal, quien detenía a uno que otro huachicolero y frenaba alguno que otro intento de robo a los trenes que pasan por Tlaxcala.

La realidad es que en la entidad sigue operando la banda dedicada al robo de unidades de transporte público y de camiones de carga, así como otra organización criminal que asalta las tiendas departamentales y una más que ahora tiene presencia en las principales vialidades del estado para robar con armas de fuego camionetas.

Las redes sociales reflejan claramente los alarmantes índices de inseguridad que las autoridades tratan de minimizar con falacias.

El nivel de violencia ha escalado posiciones y urge que se concrete el ofrecimiento que hace más de un año hizo el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez en el sentido de incrementar en 50 por ciento el número de policías estatales y dotar de mejores patrullas y tecnología a las fuerzas del orden para enfrentar a las bandas criminales.

Valiente Hernández se ha mostrado prudente sobre sus declaraciones en torno a la inseguridad que prevalece en Tlaxcala, pero es necesario que su estrategia y estilo personal de trabajo se observen antes de que el malestar ciudadano siga creciendo.

La labor del funcionario no es fácil y seguramente se complica cuando tiene que colaborar con un procurador que está más preocupado por su vida social que en atender la grave problemática que enfrenta su dependencia y cuyos resultados son lamentables.

Para nadie es un secreto que José Antonio Aquiahuatl Sánchez, titular de la PGJE, dedica más tiempo en verificar si los medios pusieron su foto y el comunicado que habla de que asistió como representante del gobernador a un sorteo de la Lotería Nacional o en comprobar que su blanca sonrisa lo hacía ver galán en la imagen que se tomó al lado de funcionarias, diputadas e invitadas que asistieron al informe de actividades del Centro de Justicia para las Mujeres de Tlaxcala.

Así como suele presumir que el mandatario Mena lo estima y lo considera como su procurador de absoluta confianza, porque tiene atenciones y un trato diferente al que recibió Tito Cervantes Zepeda, el funcionario mal aconsejado por la soberbia siguen sin dar resultados, porque como se mencionó hace un momento, las bandas criminales no han dejado de golpear y afectar a los tlaxcaltecas.

Al final, las autoridades mantienen su línea discursiva de que en Tlaxcala estamos bien y que seguimos siendo un estado de los más seguros del país, una realidad que quizá sólo ven los que andan con chofer y escoltas pagados por los ciudadanos.