Enviados del CEN, Beatricistas, orticistas, yunquistas y hasta socialistas exigen su parte de botín de lo que ya sienten un triunfo; conforman la alianza Todos Unidos contra Mariano (TUCM)

El desdén llegó sin invitación al proceso sucesorio de Ortiz.

Suponíamos que tras la inmunidad negociada en aquél vuelo al Berlín de las promesas de inversiones de Siemens, la familia adecentada de calderonistas y orticistas reunidos en la peor propaganda impresa con fondos obscuros (cual un antro de mala muerte) habría arreglado sus diferencias y que, todo nos llevaba a la construcción de una historia de éxitos, todos contentos, triunfadores, bonitos, vamos hasta conformes con la creatividad sin límites de los inventores de la fuerza que rompe barreras.

Ahí la llevaban. Pero llegó el monstruoso Juan Manuel Oliva, el alto mando yunquista y ajonjolí de todos los moles a amenazar con el envío de cinco o seis operadores suyos para apoyar a la campaña de Adri, que ya suficiente terror tiene tras sí con la presencia del kagebesco Cisen que le sigue los pasos a Ortiz y colaboradores cercanos y no tan cercanos para hacer el reporte diario al CEN-Calderón y creo que a partir de que el Yunque metió su indeseable cucharota, también al mediocre/violento mandatario guanajuatense.

Es muy complejo, pero creo que lo podemos desmenuzar. Hagamos el siguiente ejercicio:

1.- Ya se había dado una primera negociación para garantizar el triunfo de Dávila. Bajo la iniciativa de Beatriz Paredes, sería garantizada la dimisión de Rosalía Peredo Aguilar a favor de la panista. Dicha carambola también consideraba a Ortiz como parte de la estrategia para parar en seco el crecimiento de Mariano González Zarur. Es ocioso decir que a ninguno de los mencionados les conviene que el priista llegue al gobierno, sobre todo a la de los huipiles combinados con tenis Convers del 7 y medio. Recordemos el odio generacional que la una siente por el otro y, como si no fuesen unos viejos, siguen riñendo a la sombra de Emilio Sánchez Piedras, el padre político de ambos quien a estas alturas había de sentir verdadera pena al ver que sus dos herederos más destacados no van a acabar hasta que uno mate al otro.

2.- Pero a la llegada de Oliva en tanto una posible jugada de Adriana para presionar a Ortiz a dar un verdadero apoyo a su campaña, el mandamás de Tlaxcala reunió a sus peones y les ordenó entre otras cosas que el jumento de la política local, también conocido como Luis Girón Soriano (dirigente del PAC)  “retirara y no” su apoyo a la abanderada panista. Es decir, el muy ladino envió un mensaje a la militancia pacista, o mejor dicho, orticista, en el sentido de que se encuentran el libertad de apoyar, si quieren, a Mariano o a Minerva (por cierto se le pasó decir que a Rosalía). Como puede usted ver, este episodio fue aprovechado por el gobernador de Tlaxcala para demandar una nueva negociación. Parece que lo estoy viendo: ah sí, me traes a tu cuate el yunque, pues yo te quito al orticismo, o sea a las dos terceras partes de los votos con los cuales gana la franquicia bajo las siguas PAN.

3.- De verdad, nadie quisiera estar en los pies de Adri. Tanto jaloneo, tantos intereses, la van haciendo un prospecto de gobernadora chiquita, con un margen tan escaso de maniobra como el que le dejen, primero los calderonistas y sus talentos desubicados, los orticistas y sus inacabables demandas expuestas mediante conflictivas actitudes para que la abanderada le mida. Pero ahora se suma Oliva, el esquizoide soldado de Dios, que no va a quitar los ojos de Tlaxcala para elevar exponencialmente cada peso que le permitan invertir en esta aventura de la cual nos hemos permitido dar un avance para ver si a los involucrados y a los afectados los asiste un poco de sensibilidad y reaccionan. Ah, pero también falta ver lo que quiera Rosalía y, su reciente garantía expresa de que no va a declinar por nadie. (Aquí es donde hay que aplicar la sicología inversa).

Está muy claro. El objetivo es Mariano. Impedir a toda costa su arribo al poder. Lo decimos a más de cincuenta días de los comicios. También está claro que en este apriete y afloja se trata de lograr todas las prerrogativas que se pueda arrebatar a la que tiene las mayores posibilidades de triunfo electoral, pero no por ella sino por quienes la usan como parapeto para cubrir sus verdaderas intenciones, sucias, perversas y, sobre todo, codiciosas.

Desde los enviados del CEN hasta los (ojalá y no) yunquistas de Oliva; desde los panistas por convicción hasta los orticistas que en algún momento usaron al albiazul para ganar terreno y, ahora con el concurso de la abanderada socialista, todos ellos conforman un caótico entorno en el que Adriana, eso sí echada para adelante y con demasiado mérito, se ha dedicado a una titánica labor más cuantitativa que de estrategia, a visitar creo que a 4 mil personas por día, a las que les suelta el mismo rollo mareador, sin importarle que los asistentes a sus mítines o reuniones son los mismos que reciben a Mariano y que hacen lo propio con Minerva y Rosalía.

Fíjese en lo que devino nuestra democracia: escenarios llenos con el mismo público, cuyo único interés son los tinacos Rotoplas o el dinero en efectivo.

Por eso insistimos en que lo importante en estas campañas es el convencimiento a base de un verdadero liderazgo, a base de un discurso inteligente, sensible, realista.

¿Atentado contra Ortiz?

Mientras todo esto acontece surgió un sostenido rumor en el sentido de que el pasado domingo, el gobernador Héctor Ortiz, habría sido blanco de un intento de atentado cuando circulaba por alguna avenida de la Ciudad de México. Se supone que durante el enfrentamiento habría muerto uno de sus escoltas. Ojalá esta información no sea cierta, pero de confirmarse, oiga usted, me aterra especular que el Yunque pudiera mediante esa atrocidad haber enviado un mensaje a quien hasta el día de hoy lleva la voz cantante en el ambiente que ha quitado el sueño a quien ganó la rifa del tigre.

No descarte usted que tal pueda ser una de las formas de operar del periodista gobernador de Guanajuato y alto mando del Yunque Juan Manuel Oliva o de un hecho que sucede todos los días pero que por desgracia le toco al mandatario tlaxcalteca.

Esto se pone color de hormiga.