En tremendo lío se metió el nuevo presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso del Estado, Víctor Baéz Lopéz, quien en un arranque de estupidez alcanzó a balbucear que la actual legislatura local sostendrá una lucha frontal contra la corrupción, cuando él y sus nuevos compañeros fueron sometido por los anteriores diputados que se fueron sin realizar la entrega recepción que por ley están obligados a concretar.

Marranito

En cuestión de días se verá que tal real es el discurso de los nuevos diputados locales de Morena que hoy presumen ser diferentes y hasta honestos, sobre todo cuando comprueben las transas que cometió el junior más repudiado de Tlaxcala que por sus venas corre el ADN de la traición, de la corrupción, del mal político y del poco hombre que es al no tener palabra para hacer valer sus compromisos y acuerdos.

Nos referimos a Marianito González Aguirre, el hijo del ex gobernador Mariano González Zarur y la cachonda ex vedette Hilda Aguirre. “El moles” como es conocido en su círculo familiar dejó una estela de corrupción que terminará involucrando al diputado panista pegazulejos Juan Carlos Sánchez García y al porro legislador del PRD, Alberto Amaro Corona.

El perdedor de la elección a diputado federal por el primer distrito con cabecera en Apizaco que regresó al Congreso del Estado para quejarse de la traición que según él sufrió del gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, simplemente no pudo poner en orden las finanzas del Poder Legislativo de los últimos ocho meses ni cuadrar las cuentas para ocultar sus desfalcos, abusos y excesos.

Cómo podría justificar que los diputados locales con licencia y en campaña para su reelección presuntamente siguieron recibiendo sus apoyos como si estuvieran en funciones, como los 30 mil pesos que cada mes obtenían en gasolina. O los “pagos extraños” que el Comité de Administración realizó al personal de confianza y sindicalizado y que dejó en ceros las cuentas del Poder Legislativo.

La mentada remodelación del edificio del Congreso del Estado tiene inconsistencias y los trabajos no justifican los altos costos que implicaron.

Habrá que ver si el pelele de Baéz Lopéz junto con los otros legisladores locales tiene los tamaños para castigar y evidenciar a Marianito González o al final acatará la instrucción de Joel Molina Ramírez, el aún líder estatal de Morena, de no molestar y solapar los abusos de “El moles”.

Se dice que Molina Ramírez, si el fiel seguidor de Andrés Manuel López Obrador, está en deuda con el ex gobernador y hacendado Mariano González, pues trascendió que éste último mantuvo a su hija como presunta “aviadora” en la nómina de la pasada administración, situación que el hoy “honesto” líder morenista trata de ocultar para que no se conozca ese penoso desliz.

La pelota de la honestidad ya cayó en la chanca de Morena y ahora tendrá que demostrar que las cosas en realidad van a cambiar. El gris y vapuleado Víctor Báez deberá mostrar congruencia entre sus palabras y los hechos, y su compañero legislador, el lorenista y ex matador de toros, Rafael Ortega Blancas que ayer asumió el control del Comité de Administración, está obligado a demostrar que la actual legislatura es diferente y que castigará la corrupción.

Pronto se comprobará si en Tlaxcala se dará un cambio o si sólo se optó por llevar al poder a otros políticos que actúan y se comportan como priistas.

La cuenta regresiva ya comenzó y los nuevos diputados locales deben ponerse a trabajar.