Nadie calculó los resultados de las elecciones del domingo ni esperaba que el PRI y sus aliados al igual que la coalición conformada por el PAN, PRD, Movimiento Ciudadano y el PAC fueran casi borrados de la competencia, pues la última alianza está en posibilidades de pelar un solo cargo de elección popular en Tlaxcala y el resto pasará a manos de Morena, el PT y el PES.

reelección 27

La soberbia que invadió seriamente a los dirigentes y candidatos priistas tlaxcaltecas no les dejó ver la actual realidad que enfrentan y que es muy dolorosa. Perdieron todo en Tlaxcala y no fueron capaces ni de ganar un solo distrito local, por lo que hoy tendrán que pagar las consecuencias de su enorme ego y reconocer que los verdaderos operadores del partidazo se fueron el día en que Mariano González Zarur dejó el poder.

La maquinaria priista que ganó las elecciones federales intermedias del 2015 y que pudo retener la gubernatura de Tlaxcala en el 2016 colapsó y no pudo enfrentar el arrastre que siempre mostró Andrés Manuel López Obrador en la entidad.

La fuerza del tabasqueño siempre fue minimizada por sus adversarios y ayer demostró que es un fenómeno político que no sólo ganó de manera contundente la presidencia de México, sino que ayudó a obtener triunfos en gubernaturas, senadurías, diputaciones federales y locales, así como ayuntamientos.

De confirmarse los números de los cómputos de los votos, se comprobará que Morena y sus aliados el PT y el PES lograron la victoria en Tlaxcala no sólo en la elección presidencial, sino que está garantizado el arribo al Senado de Ana Lilia Rivera Rivera y de José Antonio Álvarez Lima, así como la presencia de los futuros diputados federales José de la Luz Sosa Salinas “Pepeluche”, Rubén Terán Águila y Lorena Cuéllar Cisneros.

La fuerza de López Obrador y Morena fue de tal magnitud en el estado que a partir de los últimos días de agosto de este año controlarán el Congreso local, pues según los resultados lleva ganados 14 de los 15 distritos de Tlaxcala, lo que prácticamente deja al PRI sin ningún representante de mayoría en la próxima legislatura.

El PAN, PRD y el PAC están en posibilidades de conseguir el distrito XIV con el perredista Miguel Ángel Covarrubias, quien fuera ex presidente municipal de Texoloc.

Nadie podrá negar que con los actuales resultados de las elecciones federal y local uno de los grandes perdedores fue el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, a quien le echarán la culpa de la terrible y apabullante derrota que sufrió el PRI y sus candidatos en Tlaxcala.

En los días previos a las elecciones, en un balance que se hizo de la campaña presidencial del priísta José Antonio Meade Kuribreña, el equipo cercano del abanderado ubicó a Tlaxcala en la lista de los estados “traidores” donde no había nada que hacer porque el partidazo lo daba por perdido.

Anabel Alvarado Varela y Mariano González Aguirre, candidatos del PRI al Senado y a la diputación federal por el primer distrito, respectivamente, tendrán que olvidar sus aspiraciones de convertirse en los sucesores de Marco Mena.

El PAN comprobó que no puede ser competitivo sin el liderazgo de Adriana Dávila Fernández, quien dejará el Senado y pasará a formar parte de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. El PRD está destinado a desaparecer junto con su pésimo dirigente que resultó ser Juan Manuel Cambrón Soria, quien se convirtió en el sepulturero del sol azteca.

El clan Ortiz deberá olvidarse de la política y concentrarse en el último reducto que les queda y que es la Universidad Autónoma de Tlaxcala, la cual podrían perder si insisten en manejar a esa institución como lo han hecho hasta este momento.

El ex gobernador Héctor Ortiz Ortiz debería pensar seriamente en su retiro. Su hermano Serafín Ortiz Ortiz tendrá que dejar de jugar al político y dedicarse a la academia, ya que resulta vergonzoso que ni con la estructura de la UAT y ni con los costales de dinero que mal invirtió pudiera ganar una elección de mayoría para convertirse en diputado local. A la sobrina favorita Alejandra Ramírez Ortiz le tendrán que buscar otra vocación porque ya no está en condiciones de acumular otra derrota más en su currículum político.

Las consecuencias de las derrotas pronto las empezaremos a ver.