¡Por favor!, los mapaches-raterillos de credenciales y de urnas, son de la prehistoria, hoy, espían, regalan, convencen, posan y se multiplican, son ancianitos, campesinos y hasta amas de casa.

El pretendidamente gracioso tema de los mapaches y, la recompensa de 10 mil por cada uno de ellos, es una burla a la inteligencia de los tlaxcaltecas. Primero, el gobernador afirma que en cada elección, “de otros estados” viene este tipo de especímenes. Es decir, locales no son.

Luego, el mandatario, sin rubor alguno, declara que habrá de “ponerse de acuerdo” con el Instituto Electoral de Tlaxcala (IET) para contar con una bolsa suficiente que cubra esos 10 mil por mapache.

Oiga, vivimos nuevos tiempos. Aquellos mapaches sustractores de credenciales del IFE, raterillos tras boletas electorales, ofertores de diversas sumas para comprometer algunos votos, todos ellos son prehistoria.

Los mapaches de hoy disponen de aparatos de inteligencia que van más allá de sorprender a un animalejo cleptómano. Ojalá, por tanto, que la recompensa de diez mil pesos se sostenga cuando algún ciudadano presente pruebas sobre los métodos modernos de la mapachería electoral.

1.- Inducción. Cuando el gobernador Héctor Ortiz Ortiz, entrega apoyos en efectivo a los adultos mayores de Tlaxcala, se asume como todo un personaje mesiánico que comparte con los pobres ancianitos los dineros oficiales. Aún más, se hace fotografiar abrazado de personas mayores, justo al momento en que le retribuyen su agradecimiento por dichas entregas. El hacerlo de manera personal y difundirlo profusamente en los medios de comunicación, a unas cuantas semanas de los comicios es un acto reprobable que da a quien entrega dinero en efectivo la imagen de un mecenas de los desposeídos, siendo que tal entrega proviene de determinados programas de carácter social. Por tanto puede considerarse un acto de mapachería. Así que es una contradicción ofrecer diez mil pesos por la propia cabeza de uno.

2.- Compromiso. Entregar ganado a nueve semanas de la elección implica la reafirmación de los compromisos de grupos rurales de promoción de una causa. Esta acción pudo realizarse seis meses atrás, pero entonces no era tan conveniente como ahora.

3.- Espionaje. Al parecer, el Centro de Información y Seguridad Nacional (Cisen) incrementó su presencia en Tlaxcala para monitorear las acciones del mismísimo gobernador. Tienen la intención, según lo filtró la propia Presidencia de anticiparse a cualquier acto de traición a la causa llamada Adriana Dávila. ¿Acaso no es el uso de recursos oficiales para instalar un mecanismo  que infunda temor a Ortiz y sus colaboradores?, en otras palabras, unos mapaches salidos de Los Pinos, andan de mirones en la tierra de los magueyes.

4.- Engaño. Mentir en una forma tan directa, tan descarada, irónica, acompañada de risas, es un espantoso nivel de engaño hacia un colectivo, utilizando a los medios de comunicación masiva. Ofrecer una recompensa para capturar especímenes cuya actividad se deja a la imaginación es acto que no me mueve a erigir un monumento al responsable. Lo peor es que haya medios bien intencionados que reproducen fielmente cada palabra de un ¿político? Que incluye a este recurso en cada paso que da, en cada frase que lanza, en cada invitación que formula.

5.- Complicidad. Dinero en efectivo, casas, materiales, ganado… todos estos regalos en la víspera de la elección genera un compromiso colectivo de complicidad que, diluye cualquier iniciativa para denunciar formalmente, pues habría que iniciar miles de averiguaciones previas. Dese la anciana que abraza emocionadamente a quien la beneficia, hasta el labriego que limpia sus lágrimas con su descolorido paliacate, emocionado porque le dieron sus vaquitas, o el ama de casa que grita de felicidad cuando le entregan su tinaco rotoplas, pues todos ellos son parte de una pachanga que frente a la cámara del medio “bien intencionado” muestran su rostro conmovedor, pero ante los responsables de hacer el reparto, no ceden un ápice para exigir lo que “por ley” les corresponde.

Bajo tales circunstancias, los principales mapaches que operan en Tlaxcala son dos, intocables, impunes y muy encima de cualquier autoridad. Responden al nombre de gobierno federal y gobierno estatal. ¿Quién da diez mil por llevarle a cualquiera de estos dos?

Por favor, hasta las alocuciones jocosas deberían actualizarse. Mapaches….

Hay de pejes a pejecillos…

Recuerdo cuando Arturo López Obrador mendigaba al grupo de Minerva Hernández Ramos,  dinerito para la gasolina, y a la dirigencia, dinerito para la comida y, a quien podía le enterraba el diente, ya sea como candidato a diputado o como incompetente e inmerecido representante del gobierno legítimo, encabezado por un personaje diametralmente distinto a este bicho.

Pero este, dejó las tierras tlaxcaltecas y le salió lo priísta. Hoy se le ve mendigando dinerito al candidato priísta al gobierno de Puebla, Javier López Zavala, quien dice que lo va a usar para amainar el impacto del voto perredista a favor de Rafael Moreno Valle.

La promiscuidad de los panistas-priístas

Dentro de la promiscuidad de los políticos, ahí tiene usted a Víctor Cánovas, metido de lleno en la campaña de Moreno Valle, pero sin dejar de darse la oportunidad de apoyar, en el otro lado del ruedo a Juanito Taylor, abanderado priísta a la alcaldía de San Pedro Cholula, de la familia del grotesco David Taylor Torres, el cuate que inicio, con el sexenio, la construcción de la carretera a Calulalpan y, ya próximo a terminar el régimen, le sigue sacando jugo a tal concesión.