Las campañas electorales no serán eternas y de mantenerse la escalada de inseguridad que prevalece desde el año pasado, el gobierno del estado enfrentará para el segundo semestre de este 2018 un clima generalizado de molestia y hartazgo de los ciudadanos y ciudadanas que ya no soportan la incapacidad de las autoridades municipales y estatales.

La parsimonia con que el comisionado estatal de Seguridad Pública Hervé Hurtado Ruiz pretende atender el problema de la inseguridad en Tlaxcala resulta grotesca, porque su estrategia para enfrentar a los delincuentes está rebasada al grado que los indicadores demuestran que el crimen ha ganado terreno en los últimos 16 meses.

Los criminales poco a poco han demostrado que llegaron para quedarse y hacer del estado su territorio donde pueden actuar con total impunidad. El ambiente está tan descompuesto que incluso algunos presidentes municipales han empezado a ser víctimas de delitos como fue el caso de Rubén Pluma Morales y Arturo Rivera Mora, quienes gobiernan las poblaciones de Tlaltelulco y Tzompantepec, respectivamente.

La falta de coordinación, capacitación, equipo, patrullas y armamento de los elementos de las policías municipales era evidente desde inicios del año pasado, pero tuvieron que pasar algunos hechos lamentables para que las autoridades estatales reconocieran esas deficiencias que ni la Policía Estatal tiene la capacidad de subsanar, porque para desgracia de los tlaxcaltecas el responsable de esa importante área del gobierno está en manos de un soberbio funcionario que adolece de una gran miopía que sólo le permite ver su realidad y su verdad.

La ola de atracos y violencia que se vive en Tlaxcala no es nueva, de ahí que nadie se explica porque tuvieron que pasar 16 meses para que se conformara la Conferencia Estatal de Directores de Seguridad Pública Municipal, acción o medida gubernamental que al final no servirá de nada porque en qué puede ayudar a los jefes de la policía municipal escuchar conferencias magistrales o participar en sesiones de trabajo cuando lo que se requiere es inteligencia, planeación y coordinación para enfrentar a los delincuentes.

Los tlaxcaltecas esperaban un plan de acción gubernamental para enfrentar a los delincuentes que llegaron para robar la tranquilidad de las familias y no un mensaje con un alto contenido político electoral que lejos de ser bien visto generó molestia porque la autoridad demostró una vez más que la seguridad no es una prioridad del gobierno estatal.

En Apizaco la inseguridad está llegando a niveles alarmantes. Hay negocios que en menos de dos meses han sido atracados en tres ocasiones. En el boulevard La Libertad es común que se cometan robos de vehículos a plena luz del día por hampones que andan armados hasta los dientes.

La ausencia de la Gendarmería que tenía una presencia significativa ya se resiente en ese municipio y en sus alrededores, pues los levantones, el robo de automóviles y asaltos a personas en la vía pública son la constante.

La capacidad de las policías municipales está superada, por lo que ahora las autoridades estatales están más que obligadas a entrarle al problema y tratar de contener la inseguridad, pero sólo lo harán si hay un cambio en la estrategia y en la actitud del responsable de esa área, porque de mantenerse el mismo esquema que ha demostrado ser ineficiente el ambiente se deteriorara más y el malestar social irá en aumento.

Hay indicios que demuestran el enorme hartazgo de la sociedad y no descarte que en los próximos días se consume un linchamiento en contra de uno o varios delincuentes que logren ser detenidos al momento de cometer un ilícito, lo cual sería muy lamentable para las autoridades porque quedaría demostrado que han quedado rebasadas.

Los focos de alarma en Tlaxcala se han encendido y pronto veremos si hay consecuencias.