El nuevo modelo educativo y la mentada reforma educativa son una vil farsa que son insostenibles cuando un solo acto confirma que la impunidad es la que prevalece en un sistema corrupto que protege a influyentes, como es el caso de un junior que se burla de todos sólo por ser hijo del líder de la sección 31 del SNTE.

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El cuasi poeta y aspirante a intelectual que se encarga de la Secretaría de Educación Pública en Tlaxcala, Manuel Camacho Higareda, resultó todo un pusilánime a la hora de aplicar la ley a Javier Rivas Morales, hijo del líder de la poderosa sección 31 del SNTE, Demetrio Rivas Corona, quien en horario laboral y usando las instalaciones de una escuela ingirió bebidas alcohólicas en compañía de otros docentes sin que a la fecha exista alguna autoridad que tenga el valor de sancionar esa conducta.

Los padres de familia de la escuela secundaria Técnica número 35, ubicada en la colonia El Alto, en Chiautempan, han solicitado a las autoridades educativas que castiguen ese comportamiento que se llevó a cabo en dos ocasiones por profesores de dicha institución, pues existen evidencias que comprueban los excesos cometidos por los maestros.

Aunque se iniciaron los procedimientos sancionadores, éstos se frenaron por arte de magia sin que se perciba alguna señal clara de que esos casos se concluirán y se evitará la impunidad que tanto lastima a los tlaxcaltecas.

El pasado 16 de diciembre del 2016 so pretexto del convivio de fin de año, los profesores José Antonio Rosete Bello, Luis Edgardo Luria Espíndola, Omar Sánchez Moreno y Lenin Santacruz fueron sorprendidos por una madre de familia cuando ingerían bebidas embriagantes en el portón trasero de la institución, junto al autobús escolar.

Desde ese momento y con ayuda de las autoridades de la escuela y de la USET se trató de ocultar el nombre de Javier Rivas Morales a fin de evitar un escándalo mayor, sin embargo los padres de familia constataron la presencia del hijo del líder del SNTE y exigieron que también fuera sancionado por esa grave irregularidad.

Para sorpresa de los tutores, el día 9 de enero del 2017 entre las 18:00 y las 20:30 horas, comprobaron que el director del plantel, Eliseo Carro Juárez en compañía del subdirector Pedro Méndez Contreras y el profesor Milton Valdemar Villegas usaban las instalaciones educativas como cantina.

Ambos hechos fueron denunciados ante las autoridades de la Secretaría de Educación Pública en Tlaxcala sin que el personal de esa dependencia haya hecho el mínimo esfuerzo por investigar y proceder conforme a derecho.

Los excesos de los maestros y del influyente junior que goza de la total protección de su papá Demetrio Rivas están documentados y son del conocimiento de Manuel Camacho, secretario de Educación Pública, Leticia Santillán Gracia encargada de la Contraloría Interna de la USET y del supervisor de la zona escolar.

También están enterados la directora de Relaciones Laborales; al jefe del departamento de Recursos Humanos; la Contraloría del Ejecutivo María Maricela Escobar Sánchez; así como al jefe de departamento de Educación Secundaria y Juan Pablo Alvarado Cortes, jefe del departamento Jurídico y Laborales de la SEP-USET y quien ha resultado el mejor aliado de esos docentes acusados de borrachos.

La negligencia y omisión de las autoridades educativas sobre ese caso resulta preocupante.

Ahora se entiende el desorden y caos que prevalece en el sistema educativo de Tlaxcala, pues es obvio que esa dependencia está en manos de un funcionario gallina que le encanta vivir de apariencias.

Cuánta presión mediática será necesaria para que se aplique la ley.

La impunidad del junior hijo del papá líder de la sección 31 de SNTE ofende y encabrona. O no.