En Tlaxcala el presidente Enrique Peña Nieto y su candidato presidencial José Antonio Meade Kuribreña respetaron los cánones priistas y mostraron unan gran cortesía con la figura del gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, ya que le dieron toda la libertad para designar a los candidatos al Senado y a las diputaciones federales.

PRI col 29 enero OK

Varias son las lecturas que dejó la designación de candidatos al Senado y a las diputaciones federales que quedaron exclusivamente en los intereses del actual mandatario estatal, quien hay que decirlo no le tembló la mano para dejar sin posiciones al resto de los grupos priistas que intentaban obtener una posición.

La primera lectura que se tiene es que Mena Rodríguez decidió no compartir el poder y asumió el riesgo total del peso de sus decisiones. Optó por imponer a dos de sus incondicionales en las candidaturas al Senado, siendo la ex secretaria de Gobierno, Anabel Alvarado Varela, la que encabece la fórmula junto con el dócil ex líder del PRI en el estado, Florentino Domínguez Ordoñez.

El gobernador demostró que es un hombre de palabra y cumplió el acuerdo establecido con su antecesor Mariano González Zarur, de hacer candidato a diputado federal por el distrito 1 a Mariano González Aguirre, quien en otras circunstancias jamás habría alcanzado esa nominación, pues las encuestas lo ubican con un bajo posicionamiento y un reducido respaldo ciudadano.

A la diputación federal por el distrito 2, Marco Mena le apostó a la líder de los trabajadores de la Secretaría de Salud, Blanca Águila Lima, quien en las pasadas elecciones locales demostró su eficiente operación política a favor del PRI y sus abanderados, de ahí que el cargo lo ganó ella y su habilidad de acercarse al hombre de las decisiones.

Una segunda lectura es que si bien Mariano González Aguirre es premiado con una candidatura, lo cierto es que los marianistas quedaron excluidos de las posiciones y seguramente no moverán ningún dedo para sumar votos a los candidatos del PRI, lo cual aunque se tratará de negar si representará un problema para el partidazo porque lo quieran aceptar o no esa es una estructura que en los últimos comicios demostró su efectividad.

El actual diputado federal, Ricardo García Portilla, quien se asumía como el hijo político del ex gobernador Mariano González Zarur, es el priista tlaxcalteca más dañado con las decisiones del actual mandatario.

García Portilla se indisciplinó con Marco Mena y pretendió brillar fuera de la órbita de poder del jefe político del estado. Ahora ya comprobó que el hacendado ex gobernador sólo verá por su sangre y que él tendrá que pagar un elevado costo por su soberbia al mostrarse como un político de grandes vuelos cuando no tiene nada para figurar por sí mismo.

Pero no crea que sólo los marinistas fueron marginados, sino también otros grupos de priistas que tienen fuerza y presencia en la entidad, por lo que se ve difícil que Anabel Alvarado o Florentino Domínguez puedan ser un factor de unidad. Sus candidaturas más que sumar dividen y pronto se verá el rechazo que generan.

Otra lectura es que Marco Mena replicará la fórmula que en las elecciones presidenciales del 2012 llevó a cabo Mariano González Zarur, quien designó a su hijo Mariano González como el operador de las campañas y como el hombre fuerte del PRI en Tlaxcala. Ahora el gobernador hará lo mismo con su hermano Fabricio Mena Rodríguez, quien para disimular un poco llevó a la presidencia del partido al incoloro Roberto Lima Morales que se asume como el amigo incondicional de su carnal.

Será el mandatario el que asuma todas las decisiones en el PRI y éstas se ejecutarán a través de Fabricio Mena, quien hoy por hoy es el hombre fuerte del partidazo en Tlaxcala. Quien diría que al hermano ahora le toca estar en la posición que hace seis años tuvo Mariano González Aguirre, quien al final entregó junto con su papá pésimos resultados porque sólo lograron ganar una diputación federal.

Si el primer priista hace la proeza de vencer a Andrés Manuel López Obrador y ganar la elección presidencial para José Antonio Meade, así como el Senado y la mayoría de las diputaciones federales sus bonos subirán exponencialmente, pero si pierde será el único responsable y tendrá que cargar con esa dolorosa derrota que lo acompañará durante el tiempo que le falte a su administración.

Una última lectura es que los tiempos de promoción de los integrantes del gabinete estatal quedaron en el pasado. La llegada de Tito Cervantes Zepeda a la secretaría de Gobierno es una clara señal de que los funcionarios tendrán que dedicarse a trabajar y dejar sus aspiraciones políticas.

Marco Mena apostó por un político experimentado para la Secretaría de Gobierno, quien no perderá el piso y se dedicará a trabajar para garantizar la gobernabilidad del estado. No aprovechará la posición para promocionarse para un cargo de elección popular, de ahí que tendrá la calidad para llamar la atención a los miembros del gabinete.

Mena ya movió sus piezas y ahora habrá que esperar que los resultados.