A dos años de haber sido designado candidato del PRI al gobierno del estado, Marco Antonio Mena Rodríguez, actual mandatario de Tlaxcala, carece de un grupo político consolidado y con cuadros representativos que lo ayuden a mostrarse como un gobernador fuerte rumbo a los comicios del 1 de julio.

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La llegada de Marco Antonio Mena Rodríguez al gabinete de Mariano González Zarur en enero del 2011 como secretario de Turismo fue una sorpresa, así como su designación unos años más tarde como candidato a diputado local en las elecciones intermedias del 2013.

El ahora mandatario nunca generó grandes expectativas entre la clase política porque su trayectoria laboral y académica la hizo fuera del estado y de su pasado priista poco o nada se sabía, de ahí que siempre fue considerado como un marianista más y de coyuntura.

Sin embargo, ya como coordinador de la fracción parlamentaria del PRI en el Congreso del Estado y como presidente de la Junta de Concertación y Coordinación Política su nombre se empezó a manejar como uno de los aspirantes a la candidatura del PRI al gobierno de Tlaxcala, posición que obtuvo por encima del marianista puro Ricardo García Portilla, la amiga del entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, la actual alcaldesa capitalina Anabell Ávalos Zempoalteca y del amigo de los amigos del presidente Enrique Peña Nieto, el convenenciero Noé Rodríguez Roldán.

Marco Mena estrecho su relación con sus compañeros de bancada como Florentino Domínguez Ordoñez y apostó toda su suerte al hacendado gobernador Mariano González y a su hijo Mariano González Aguirre, por lo que nunca se preocupó por crear un grupo político propio.

El día de la definición llegó y Mariano González pudo romper la regla de que gobernador no pone gobernador. El 6 de enero del 2016 Marco Mena fue impuesto como candidato y desde ese momento se dejó manejar por los marianistas que al final lo llevaron al triunfo en las elecciones de ese mismo año.

Tuvieron que pasar tres meses después del día de la elección local para que Mena Rodríguez pudiera recibir la confirmación de su triunfo como gobernador electo. Desde finales de septiembre del 2016 tuvo el cargo asegurado y sin embargo prefirió la discreción y el bajo perfil, lo que hacía suponer que el menismo compartiría el poder con los marianistas.

El actual gobernador recurrió a su hermano Fabricio Mena Rodríguez y a su consejero político, Joaquín Cisneros Fernández, para llevar a cabo el proceso de transición. Mantuvo cerca a los marianistas y nunca dio señales de pretender crear un nuevo grupo político que se moviera bajo su órbita de poder e influencia.

Cuando Marco Mena tomó el control del estado inició la limpia de marianistas y poco a poco fue borrándolos de la estructura gubernamental. Optó por invitar a funcionarios sin perfil político, situación que de inmediato afectó la maquinaria priista incrustada en las dependencias porque fue descabezada, marginada y maltratada.

Hoy ante la inminente designación de los candidatos al Senado y diputaciones federales y locales, el gobernador Marco Mena quizá ya comprobó que descuidó la estructura priista y la generación de nuevos políticos, porque sencillamente tendrá que recurrir a cartuchos quemados para competir en las elecciones del primer domingo de julio de este año.

Y que mejor prueba de lo anterior es el caso de los actuales diputados locales que no sólo legislaron a su favor para buscar la reelección, sino que aprovechan sus cargos más para promoverse que para realizar reformas y aprobar las leyes que están pendientes.

De entrada, cinco de los seis diputados priistas van tras la reelección cuando en Tlaxcala los electores se oponen a que los legisladores repitan en sus cargos por un periodo más.

Además, ningún diputado del PRI y sus aliados –Panal, PVEM y PS- tiene un trabajo destacado o digno que haga pensar que pueden lograr esa proeza de mantenerse como inquilinos en el edificio de Allende.

Con qué cara puede pedir Enrique Padilla Sánchez el voto de los tlaxcaltecas si fue incapaz de sacar adelante el sistema estatal anticorrupción que tanto prometió o con qué cara puede presentarse Arnulfo Arévalo Lara ante los ciudadanos para solicitar el sufragio cuando no pudo legislar los cambios que se requieren para que prestadores de servicio de transporte lo puedan hacer a través del internet, tal y como lo lleva a cabo en estos días los miembros de la plataforma Pronto.

En lo personal creo que el PRI se equivoca en alentar y permitir la reelección de sus diputados locales, medida que no es exclusiva de Tlaxcala, porque en Sinaloa diez alcaldes del partidazo también van por la hazaña de repetir en sus cargos.

Si en Tlaxcala el gobernador Marco Mena aceptó la reelección de los legisladores locales, es porque no tiene un grupo ni cuadros competitivos que puedan ganar en las próximas elecciones, de ahí que el mandatario no tuvo otra más que aceptar que los grises diputados de PRI, Panal, PVEM y PS busquen la reelección, medida que puede ser muy riesgosa porque el partidazo podría perder el control del Congreso del estado.

En julio veremos si pasa o no la reelección en Tlaxcala.