A casi seis meses de la llegada de Silvia Josefina Millán López como directora general del Colegio de Bachilleres de Tlaxcala ese subsistema educativo se mantiene igual. No hay cambios que se puedan destacar y lo que es peor la llegada de funcionarios con mala reputación puede ser la pauta para que se registren conflictos.

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Hasta el momento Silvia Josefina Millán López ha llevado a cabo los cambios de funcionarios que la acompañan con mucho sigilo, como si la intención fuera cubrirlos u ocultar sus antecedentes para evitar críticas o cuestionamientos.

El último nombramiento que hizo y que se podría confirmar en las siguientes horas fue la designación de Julián Otero Sánchez, quien a partir del viernes se hace cargo de la Dirección Académica del Cobat. Se trata de un personaje que poco o nada conoce de Tlaxcala y con muy mala fama.

Resulta que Julián Otero se venía desempeñando en el mismo cargo pero en el sistema de Colegios de Bachilleres del Estado de Puebla (Cobaep), puesto que ocupó por más de ocho años durante los cuales fue acusado de alterar las cargas horarios para beneficiar a maestros recomendados que carecían del perfil para las asignaturas que recibían.

En más de una ocasión fue cuestionada la calidad académica de los docentes del Cobaep, no sólo por los alumnos y maestros de ese subsistema que eran marginados por no ser amigos o recomendados de Otero Sánchez.

Además resulta raro que Silvia Josefina Millán haya invitado al Cobat a Julián Otero, cuando está comprobado que todo el personal directivo que cobra en la nómina de gobierno del estado de Puebla estaba obligado a trabajar y operar por el PAN y el ex mandatario Rafael Moreno Valle.

Pero antes de ser un operador del PAN, Otero Sánchez era un priista que se encargó de cuidar los intereses de los hermanos del ex gobernador Mario Marín Torres, quienes controlaban ese subsistema educativo en Puebla.

Lo anterior demuestra que la directora general del Cobat fue muy sincera cuando hace unos meses declaró a El Sol de Tlaxcala que no era política y que de ese rubro no conocía nada, pero también pone en duda sus credenciales académicas porque la designación que hizo es muy cuestionable por los antecedentes que tiene su recomendado.

Vaya, en más de una ocasión el sindicato de académicos solicitó a las autoridades del Cobaep la remoción de Julián Otero a quien calificaban como déspota en el trato a los empleados y poco honesto en el manejo de los recursos.

El nuevo director académico del Cobat tiene el estigma de ser un funcionario corrupto por el manejo de plazas que llevó a cabo dentro del Cobaep, pero también por la asignación de las cargas de trabajo a los profesores de los diferentes planteles. También tuvo que ver en la modificación del Contrato Colectivo de Trabajo que permitió escamotear prestaciones de fin de año y el pago de gastos funerarios a los trabajadores de ese subsistema educativo de Puebla.

Según Millán López busca erradicar los vicios y anomalías que prevalecieron en años pasados y en la gestión de David Flores Leal, sin embargo cómo hará eso posible si su nueva adquisición incurría en las mismas actitudes de las que se queja la directora general del Cobat, es decir, no respetar la normatividad vigente que establece que la única forma de participar en los procesos de asignación de horas-clase es a través de las convocatorias.

Veremos qué tiempo tarda Julián Otero en meter en problemas a su jefa Silvia Josefina Millán, porque tarde o temprano se presentará la inconformidad de los docentes del Cobat.

Y un asunto al que la directora del Cobat debería dedicarle tiempo y dinero, es al pago de los laudos que tiene perdidos con casi 90 trabajadores que a lo largo de casi seis años han litigado sus casos y que pronto estarán en posibilidades de embargar a la institución para cobrar lo que por ley les corresponde.