Cómo cambia la gente ó, del “sí siñor presidente” al “me doy, me doy siñor presidente”, pasando por el “papi, mami… nos fregamos a todos”.

Dany, el travieso Herrera Murga, es hoy por hoy el ejemplar más representativo de los gurúes priístas al servicio de otras causas, con el visto bueno de su jefa política, Beatriz Paredes Rangel.

Pues el promotor turístico de Tlaxcala ya rindió protesta (frente a un espejo) como el principal promotor de quien va con evidente ventaja a la elección constitucional.

Otras, que le hacían fuchi a la Dávila, pero ya se apuntaron para no quedar fuera de la Corte, son las “superpoderosas” . Leonor Aguilar ó, Aurora Sevilla (como usted quiera conjugarlo), delegadas a las que les cayó el veinte respecto a las visiones adelantadas de la otrora chancluda que, en una de tantas aventuras panistas ya soñaba con ser diputada, y conste que tenía los pies sobre el piso, pues las chanclitas calzadas en aquellas fechas, le daban chance de probar la tierra con los dedos gordos de sus delicados piececillos (y con los de en medio y los chiquitos).

Caray, la vida da muchas vueltas. Un día, un lunático le dijo a su muchacha, ¡vamos a hacer de Tlaxcala y negocio y hay de ti donde me falles…!

Y ese lunático trastocó la política regional. Devaluó a los políticos de carrera. Es un… hijo desobediente.

Pero tiene la virtud de ser Presidente y, de seguirlo siendo pese a sus errores. Entona –por consecuencia- con originalidad su ya famoso “aiga sido como aiga sido” y, créame que aquí en Tlaxcala esa frase ya generó otras.

Las primeras son parte de una trilogía de hermosas construcciones gramaticales dichas con la solemnidad de quien las expresa en tres momentos distintos.

La primera es: “si siñor presidente”, en aquella visita de Calderón en la cual el de Michoacán le cantó derecho al gober, respecto a su orden deelevar a Adri a la quinta potencia.

La segunda es “no siñor presidente”, cuando mister Ortiz diseñó un modo de hacerla de tos. Y para eso hacía falta alguien dispuesta a chamuscarse mostrando sus “extensas limitaciones”. Tiene usted razón, quién mejor que Perlita para hacer ese papel (que también expresó frases memorables a las que abordaremos abajito).

La tercera es “me doy, me doy, siñor presidente”. Dicha cuando Calderón hizo mano de cochinito al gobernador de Tlaxcala, quien muy hábilmente aprovechó las tres frases para sacar raja.

Qué le parece pasar de la gubernatura de Tlaxcala a la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (como mero mero) y luego, cuando el calderonismo haya valido, entonces encabezar la fórmula para senador, panista, desde luego.

Por lo tanto, sostengo que una frase más de Ortiz es: “¿cómo les quedó el ojo, mis queridos compinches? (conste que no puse guiones a la palabrita esta).

Adri también tejió frases memorables. La primera es: “mami, papi… ya nos chingamos a todos”. Como puede usted apreciar, en esta expresión hay una profundidad bárbara, la necesaria que, dibuja a quien en nuestras elucubraciones se manifestó de tal forma.

Una segunda alocución de semejante personaje ha de ir dirigida a “la Aurora y la Lionor”: “A ver, ¿no que muy chancluda?”.

Y ellas, ni tardas ni perezosas respondieron: “a sus benditas órdenes patroncita…”

Y conste que el día que vino Calderón les dijo: “Ya saben muchachas, a apoyar a Adriana”. Ellas, lógico le hicieron carita bointa, pero cuando el michoacano había caminado veinte pasos les salió un “¡ni madres…!” que se escuchó hasta las oficinas de (des) inteligencia del adrianismo.

Y yo creo que quien también modificó sus frases, memorables claro, es Beatriz. Lo primero que opinaba sobre Adriana fue, si acaso un “muchacha pendenciera”, evocando al ex líder panista autor de la más escandalosa cauda de fracasos en el albiazul. Mas con sus habituales “ejem”, entre frase y frase, la Paredes nada más cambió una palabra. De “muchacha pendenciera” a “muchacha de mi corazón”.

Cómo cambia la genta.

Ay, el más, no ridículo, sino… curiosito, es Rolando Romero. Con un pantalón apretadito, una playera a rayas que deja ver su peludo ombligo y un sobrerito entre campesino y bolero, con toda sus fuerzas expresó a la Adri: “¡S’órdenes jefaza!”.