El tiempo pronto será un factor que empezará incidir en la percepción que los ciudadanos tienen del desempeño de sus actuales diputados y del titular del Poder Ejecutivo. A los primeros les queda un año en el cargo, mientras que al segundo le restan cuatro años para lograr algo que lo ayude a trascender.

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La reelección de diputados locales por cuatro periodos es una realidad, sin embargo cuántos de los actuales legisladores tendrán los elementos necesarios para ir por esa hazaña, sobre todo cuando los comicios del 2018 serán totalmente diferentes a los del 2016 cuando ganaron y pudieron asumir su cargo.

 No dudo que la mayoría de los actuales legisladores tenga la intención de reelegirse, pero antes de buscar su permanencia deberían conocer cuál es la percepción que los electores tienen sobre su desempeño y si  los ciudadanos están dispuestos a votar nuevamente por ellos cuando su trabajo ha sido intrascendente.

 Tuvieron ocho meses y no supieron aprovechar el tiempo, porque lejos de darle prioridad a su trabajo optaron por legislar y sacar pendientes a su conveniencia, como la reforma electoral que los beneficia o la designación de un presidente a modo en la Comisión Estatal de Derechos Humanos.

 Son contados los diputados que regresaron a sus distritos y que atendieron las peticiones de los ciudadanos. El panista Juan Carlos Sánchez García “El Saga”, es quizá el que más contacto ha tenido con los electores, al grado que hoy amplió su presencia en los municipios que integran el tercer distrito federal electoral, donde no se descarta que sea nominado como aspirante a legislador federal.

 A los diputados locales les queda un año en el cargo, tiempo que aprovecharán más para la grilla que para destacar en el trabajo legislativo. Sus pendientes son varios como la aprobación del Sistema Estatal Anticorrupción que tendrá que ser avalado antes de diciembre para que pueda entrar en vigor en los primero días de enero del próximo año.

 En el caso del gobierno del estado, la actual administración concluyó en agosto sus primeros ocho meses de gestión lo que para algunos representó dos años, pues a partir de este mes al mandatario Marco Antonio Mena Rodríguez le quedan 48 meses de poder.

 Hay que tener presente que en los comicios del año pasado los tlaxcaltecas votamos por un gobernador de cuatro años y ocho meses y legisladores locales de un año y ocho meses.

 El gobernador ha sido mesurado y precavido para ejercer el poder en Tlaxcala. Los cambios en su administración han sido mínimos al igual que las giras al interior del estado.

 En materia de obras públicas no se ven avances importantes porque son contadas las que se han iniciado, mismas que involucran a Nanacamilpa, Chiautempan, San Pablo Apetatitlán y otros tres o cuatro municipios más.

 El ex gobernador Mariano González Zarur realizó durante su sexenio casi 1,084 giras de trabajo, mismas que las inició a partir de su segundo año de gestión. Eso equivale que por año llevó a cabo casi 217 eventos al interior de estado.

 Me queda claro que el actual mandatario tiene otro estilo de gobernar, sin embargo su ausencia en los municipios tlaxcaltecas es evidente y los ciudadanos perciben a un gobernador alejado que evita el contacto con los ciudadanos.

 Es muy probable que en los meses que faltan para concluir el presente año se mantenga el mismo estilo y será a principios del 2018 cuando se conozca si Mena Rodríguez hará ajustes o no a su equipo de trabajo.

 En cuatro meses veremos cuál es el balance que se tiene y sobre todo si lo logrado en el primer año de gobierno cumple con las expectativas de los tlaxcaltecas.