Quizá la reelección de los legisladores tendrá que esperar un tiempo más para que se pueda concretar, pues por lo que se observa en este momento no están dadas las condiciones para que se materialice y se haga una realidad,  de ahí que muchos diputados locales se podrían quedar vestidos y alborotados.

reelección

Aunque los actuales diputados locales están desbocados en busca de su reelección, para lo cual ya se apresuran a reformar algunas leyes para regular esa posibilidad, en los hechos se podrían quedar con las ganas porque hasta el momento ningún partido político ha modificado sus estatutos internos donde quede establecido que esa medida es posible.

 Es probable que muchos legisladores que se sienten expertos en derecho salgan a decir que la ley de partidos y la ley electoral están por encima de los estatutos de los partidos, sin embargo cualquier militante o un ciudadano podrían recurrir a la justicia electoral y argumentar que se violentaron sus derechos porque los documentos internos de los institutos políticos no consideran la reelección y porque no existió equidad en el proceso para elegir candidato a diputado local.

 Esos argumentos y otros podrían ser suficientes para que las autoridades jurisdiccionales echen abajo la candidatura de un diputado que busque su reelección, de ahí que los actuales legisladores locales deberían ser más prudentes y bajarle dos rayitas a su abierta promoción, pues al final podrían quedarse con las ganas de repetir en el cargo.

   Para nadie es desconocido que los diputados locales de todas las fuerzas políticas buscan la reelección, de ahí que en los próximos días sesionarán para reformar las disposiciones legales –la ley de partidos y la electoral– que permitan, por primera vez en la historia del estado, la permanencia en el cargo si es que ganan los comicios previstos para el primer domingo de julio del 2018.

 Y tan seguros y autónomos se sienten los legisladores locales que establecerán en la norma que deberán separarse de su cargo actual para buscar la reelección sesenta días antes de la elección y no aplicarán el criterio federal de noventa días, lo que sin duda será un motivo más de una impugnación ante los tribunales electorales porque es obvio que los diputados buscan obtener ventaja y romper el principio de equidad.

En lo personal considero que la reelección de los actuales diputados locales podría complicarse porque dudo que los partidos con registro nacional estén interesados en promover una reforma en sus estatutos internos para incorporar esa figura, cuando están metidos de lleno en sus procesos para elegir a sus candidatos que contenderán por la presidencia de México, el Senado y las diputaciones federales.

 Pero también valdría la pena que los flamantes diputados locales hicieran un estudio profesional para conocer si los ciudadanos tlaxcaltecas están a favor o en contra de la reelección  y si alguno de ellos cuenta con el respaldo de los electores de su distrito para permanecer una legislatura más como su representante.

 A lo mejor muchos se llevan una sorpresa y entienden que no son tan populares y queridos como ellos piensan.

 Por cierto, ya que hablamos de diputados, le cuento que el legislador federal Ricardo García Portilla se comporta como un vil estafador que hoy se niega a pagar el adeudo de 50 mil pesos que adquirió desde de su campaña con los coheteros de San Cosme Xaloztoc.

 Resulta que el promotor del eslogan “Avanzamos Juntos” empezó a traer a la vuelta y vuelta a las personas que le entregaron sus cohetes, quienes lo buscaban para cobrarle por el material que fue usado por el ex líder del PRI y ex secretario de Finanzas del gobierno del estado, sin embargo siempre obtenían evasivas y pretextos.

 Vaya, fue tanto el descaro de Ricardo García que prometió cubrir el adeudo en cómodos pagos quincenales, pero el tiempo avanzó y nada que llegaran los pagos, de ahí que ahora el diputado federal ya decidió no contestar las llamadas ni responder los mensajes que le envían para pedirle que cumpla su palabra.

 Y así quiere ser candidato a senador. Qué pena.