Por el momento es difícil saber quién será el partido que obtendrá más beneficios de la alianza de conveniencias que han establecido los líderes del PAN y del PRD en Tlaxcala, porque pensar que esa unidad que muestran la mantendrán después de los comicios de julio del 2018 es un sueño que sólo los ilusos pueden tener.

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PAN y PRD se necesitan en Tlaxcala y saben que antes de enfrentar un notorio descalabro electoral en los comicios federales y locales del 2018, lo mejor es unirse y trabajar coordinadamente para tratar de ganar espacios que les garanticen a sus políticos consentidos espacios donde obtengan buenos sueldos, privilegios y presencia mediática.

Desde hace algunas semanas, Carlos Carreón Mejía, dirigente del PAN y Juan Manuel Cambrón Soria, líder del PRD, sostienen encuentros que son avalados por sus jefes políticos la senadora panista Adriana Dávila Fernández y el ex líder nacional del sol azteca Jesús Ortega Martínez, respectivamente, con la intención de conformar en Tlaxcala un frente amplio opositor cuya característica sea la de controlar la designación de los futuros candidatos al Senado y a las diputaciones federales y locales.

Aunque el antecedente de una primera alianza local entre el PAN y el PRD fue en el 2010 con un resultado desastroso, porque la declinación que tuvo Minerva Hernández Ramos entonces candidata del PRD al gobierno del estado a favor de Adriana Dávila que encabezaba al PAN, no fue bien vista por el electorado que al final optó por el priísta Mariano González Zarur, quien logró una votación histórica de más de 231 mil sufragios.

Sumidos en sus trajes de soberbia, panistas y perredistas piensan que juntos pueden ganar los diferentes cargos de elección popular que estarán en juego en el 2018, por lo que desde ahora han optado por asumir un papel opositor en el Congreso del Estado y desde ahí encaminar su golpeteo al PRI y al gobierno de Marco Antonio Mena Rodríguez, con el propósito de jalar reflectores y simpatías entre el electorado.

Es obvio que se niegan a ver su realidad y que aún juntos no serán del todo competitivos, sobre todo porque desde ahora las dos fuerzas políticas que están en la disputa por el Senado y las diputaciones federales y locales es el PRI junto a sus aliados y Morena con el arrastre de Andrés Manuel López Obrador y de Lorena Cuéllar Cisneros.

Además, dudo que una alianza entre el PAN y el PRD sea bien vista por la mayoría de los ciudadanos tlaxcaltecas y por los militantes de ambos partidos, pues como se recordará en las pasadas elecciones locales los panistas rechazaron cualquier posibilidad de ir al lado del sol azteca que tenía como candidata a Lorena Cuéllar que estuvo a punto de ganar la gubernatura en el 2016.

Otro factor que no hace atractivo al frente amplio opositor en Tlaxcala es el perfil de los probables candidatos, pues Alberto Amaro Corona por más que quiera verse como un paladín de la política siempre será ubicado como un porro con atributos para manipular a tianguistas. Guadalupe Sánchez Santiago entenderá que no es lo mismo ganar una elección con la estructura del gobierno y del PRI que con los divididos panistas.

La ex perredista Minerva Hernández sólo logrará el respaldo de los alcaldes a quienes les ha bajado recursos como diputada federal panista, ya que para un sector importante de perredistas y panistas se trata de una política convenenciera que sólo ve por ella.

En fin, la lista podría ser larga pero ahí están algunos ejemplos de que ese frente opositor no tiene políticos de peso para competir.

Es probable que haya tlaxcaltecas que crean en la actitud opositora que hoy pretenden vender tanto el PAN como el PRD, pero también existirán muchos que recordarán que ambos partidos fueron cómplices y aliados del PRI y del ex gobernador Mariano González Zarur, de ahí que su papel de críticos de coyuntura sólo será una llamarada de petate. Al tiempo.