Aún nadie se explica como diablos le hará el PRI para ganar los comicios del próximo año cuando el partidazo sigue peralizado aunque ya tenga nuevo líder estatal, y sobre todo cuando el ejército de operadores que se tenía en la estructura del gobierno está olvidado y sin un nuevo jefe que les diga qué hacer.

profe

Los últimos tres gobernadores de Tlaxcala no pudieron ganar las elecciones federales siguientes a los comicios en los que resultaron electos, por lo que en un año veremos si el actual mandatario priísta Marco Mena es capaz de romper esa inercia.

El perredista Alfoso Sánchez Anaya no pudo contener la ola del PAN con Vicente Fox a la cabeza, mientras que el panista Héctor Ortiz Ortiz pese a sus artimañas electorales fue incapaz de frenar la fuerza de Andrés Manuel López Obrador, fenómeno que se repitió en el 2012 cuando ya gobernaba el hacendado Mariano González Zarur que vio como el candidato de las izquierdas ganaba en Tlaxcala y su arrastre ayudó a quitarle al tricolor el Senado y dos de las tres diputaciones federales.

Tan seguro y soberbio se mostraba Mariano González de lograr el triunfo de su partido que no dudo en imponer a su hijo Mariano González Aguirre como coordinador de la campaña del hoy presidente Enrique Peña Nieto. Cierto, el oriundo del Estado de México se alzó con la victoria a nivel nacional, pero en Tlaxcala la elección presidencial la ganó López Obrador.

Sin duda los últimos tres ex gobernadores tenían mayor experiencia electoral a la del actual mandatario Marco Mena, quien apenas puede presumir dos elecciones, una para diputado local y otra para la gubernatura, con la salvedad que en ambas operó la estructura del ex coordinador de los esfuerzos de los tlaxcaltecas Mariano González.

Marco Mena conoce la estructura electoral que lo hizo ganar y sabe que algunas piezas de ese engranaje fueron marginadas porque su lealtad era hacia su creador González Zarur y no hacia él.

Lo malo es que si bien se deshizo de algunos marianistas, lo cierto es que éstos no fueron sustituidos por otros operadores capaces de mantener vivo el ejército que en cada elección se la rifa para entregar buenas cuentas al partidazo.

El gobernador llevando como dupla a Florentino Domínguez Ordoñez, quien lo movió de la Secretaría de Gobierno para ubicarlo en la dirigencia del PRI, se comprometió a ganar para su partido los comicios del 2018 cuando estará en juego la presidencia de México, el Senado y las diputaciones federales y locales.

La apusta es enorme y quizá Marco Mena no dimensionó sus palabras, porque en una de esas Andrés Manuel López Obrador le repite la dosis del 2012 y su arrastre se traduzca en que Morena gane la mitad o más de los 15 distritos locales, lo que podría implicar que el PRI pierda el control del Congreso del estado.

Además, Florentino Domínguez puede representar un espejismo de triunfo, porque su cualidad de hacer empatía con las personas no necesariamente se traducirá en votos para el PRI.

Otro punto negativo es que su llegada al PRI en Tlaxcala no contó con el consenso de los marianistas y de algunos diputados federales.

Florentino Domínguez es percibido como un líder tibio e incapaz de frenar a los adelantados en su partido que desde hace varios meses se mueven para buscar las candidaturas que estarán en juego rumbo a los comicios del 2018, situación que complicará el proceso de elección de aspirantes porque los desencuentros serán constantes.

Ahora hay que ver si la dupla conformada por Marco y Florentino es capaz de cumplir lo que ofrecieron hace tres días.