Si el gobernador sigue analizando la viabilidad o no de ratificar a algunos funcionarios, es muy probable que la estructura marianista que se mantiene viva en la administración estatal permaneza tal y como está, de ahí que sería injusto exigir un cambio radical cuando lo que se ve es la continuidad y el continuismo en Tlaxcala.

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Marco Mena no tiene prisa y como director de la orquesta marca los tiempos a seguir. Nadie parece influir en su ritmo y no da señales de querer acelerar el paso en su administración que le queda cuatro años con menos de cinco meses.

Se han cumplido 100 días de gobierno y aún se desconoce si habrá cambios en el gabinete legal y ampliado. Los funcionarios de varias dependencias, organismos y universidades públicas seguirán esperando su probable ratificación o su remoción, pues la única certeza que tienen por el momento es que al menos cobrarán sus dos quincenas de abril.

Una señal que casi ningún miembro del gabinete ha querido asimilar en estos tres primeros meses de gobierno, es que los cambios en la estructura administrativa serán mínimos y los nuevos funcionarios deberán trabajar y entregar resultados con la burocracia marianista que se mantendrá viva por lo menos dos años más.

La espera para que los miembros del gabinete reciban luz verde y puedan llevar a cabo un reajuste de personal puede ser muy larga y desgastante. Lo mejor que les puede pasar es que decidan tomar el control de sus dependencias y ponerse a trabajar antes de que el gobernador opte por cambiarlos.

Sabemos que en algunas áreas del gobierno lo anterior implicará un trabajo titánico, sobre todo cuando hay subordinados acostumbrados a torcer la ley que no aceptan que su jefe es otro.

Un buen ejemplo de lo anterior se presenta en la Procuraduría General de Justicia del Estado, donde el subprocurador Víctor Pérez Dorantes estaría siendo el primer obstáculo para la integración de varias averiguaciones previas.

Entre los abogados existe la certeza de que el mencionado funcionario ha influido en varios casos que por una extraña razón nunca se pueden concluir las investigaciones, pese a que los delitos están debidamente acreditados.

Sólo por mencionar un caso, resulta que nadie sabe como desapareció una denuncia presentada en lo que antes se conocía como el Módulo de Violencia Intrafamiliar y Delitos de Género Región Norte por parte de la concubina del agente de la policía de investigación Víctor Alberto Cañas López, quien fue señalado de haber provocado lesiones a su pareja sentimental.

Ese policia de investigación fue ampliamente protegido por la ex procuradora Alicia Fragoso Sánchez. Tiene problemas de conducta, es prepotente y agresivo. Ademas estuvo involucrado con la práctica de tortura en varios asuntos, siendo el más relevante el de los policías acreditables acusados de secuestro exprés.

Aunque en su momento fue cesado por el abuso de autoridad en que incurrió al detener a cinco personas en el municipio de Tlaxco, golpear al novio de su amante y detener de manera injustificada la camioneta de la senadora Marta Palafox, ese flamante agente sigue laborando en la PGJE y al lado de su hoy protector el subprocurador Víctor Pérez.

A esa mancuerna hay que añadirle a César Maza, quien es el encargado de la Dirección de la Policía de Investigación en la PGJE. Para que cualquier indagatoria avance es necesario mocharse, porque de lo contrario nada se mueve.

Esa es la herencia de la ex procuradora Alicia Fragoso y del ex gobernador Mariano González Zarur, de ahí que el nuevo procurador Tito Cevantes Zepeda debe mostrar mano dura para evitar que dichos personajes sigan haciendo de las suyas en esa dependencia.

Ni hablar, me queda claro que en este nuevo gobierno los cambios serán mínimos y que los funcionarios del gabinete tendrán que trabajar con lo que hay, pero eso si deberán simular que aplican una gobernanza moderna para evitar que los tlaxcaltecas hablen de continuidad y continuismo.