Uno, digamos que se desarrolla en puras playas, donde al chocar las copas de ron, se signó una traición. El otro… divino, como una serrana recién llegada a comerse a puños a la vida.

Entre los agradables rones de Vallarta (2004) y La Habana (2009) se dio la acidez de un vino muy en la parcela de quien, incapaz de ocultar su aversión por confrontar ideas, apostó a la incondicionalidad, a la sumisión y con ello, tronchó un proyecto de dos, al cual seguramente habrá de compensar con la moneda acuñada en temporada electoral, o sea con candidaturas, menores claro.

Son acciones apartadas del guión. Así no era la cúspide de la historia. Se suponía  que las penas y los gustos se compartirían. Mas este es un desenlace en el contexto del poder, el que no se comparte, el que muestra las aristas miserables del ser humano, el que ajusta como anillo al dedo con la inspiración de Serrat: Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,/viajan de incógnito en autos blindados / a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad, / a colgar en las escuelas su retrato. ..

Creo que a lo largo de esta historia se dieron reiterados momentos en los que el uno no dudó en colocarse como escalón. Y el dos dejaría de hacerlo al llegar su turno… es la naturaleza humana.

Y para llenar ese hueco donde el dolor pasa con suspiros de nostalgia, no deja de retumbar el: “no tuve alternativa”, como tampoco se ausenta del aire el: “¿de veras?”.

Ya sabes, así es esto de la política. Quién que destaque en este oficio cumple su palabra (aunque le parta el alma a quien más lo procuró en la vida). No conocen ni a su padre cuando pierden el control, / ni recuerdan que en el mundo hay niños. /Nos niegan a todos el pan y la sal. / Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Medio día de un soleado fin de semana en el paradisíaco Vallarta. “Voy a ser gobernador” es una de las frases acuñadas que se acoplan al sonido de un viento placentero. Medio día de otro fin de semana, pero, en las finas arenas de La Habana. “¿Vas a ser gobernador?”, así se escuchó. Pero con tanto ruido no pudo apreciarse si se trataba de una afirmación o una pregunta.

El tiempo confirmó lo segundo. Y también le dio respuesta:

No.

Qué desafío. Borrar con la goma de la traición a quien ha sido un omnipresente factor de bienestar en la vida: Probablemente en su pueblo se les recordará / como cachorros de buenas personas, que hurtaban flores para regalar a su mamá / y daban de comer a las palomas…

Necedad

Alguien debería encargarse del trabajo sucio. Alguien como un gallero. Que jugase el todo por el todo y al final del palenque perdiese todo.

Qué jugadora eficiente resultó aquella encargada de soltar al gallo de navajas chatas. Eficiente porque cumple su palabra empeñada, de pelear y pelear aunque le queden los puros muñones porque las muñecas hayan desaparecido a causa de la bravura propia de la adolescencia perenne en la que se resiste a cualquier acto de lógica.

Llegó sin tener nada. Llegó a aspirar a mucho… tanto que habrá de conformarse con lo mismo que traía encima cuando la revestía una sonrisa auténtica, llena de ilusión y de ignorancia, agradable, como una serrana recién llegada a comerse a puños a los de la ciudad.

Pero el tiempo arruga. No tanto la piel sino los actos.

Y ahí va. Feliz con su derrota anticipada. Satisfecha con tirarle a lo grande. Ese tipo de personas es formidable. Debe de existir…  seguro que debe!!