Si el actual gobernador está considerando una obra importante en su administración me queda claro que ésta no se dará a conocer en el presente año, de ahí que se mantendrá el estilo que impuso Mariano González Zarur de llevar a cabo obras pequeñas que permiten vender la idea de que las autoridades estatales si trabajan.

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Después de más de 70 días de machacarnos la gobernanza moderna que según el mandatario Marco Mena ya es una realidad en Tlaxcala, también sería justo que el gobernador hiciera una pausa para informar sobre las obras que pretende llevar a cabo en el primer año de su administración.

Los días pasan y pareciera que con «la reconciliación de los sectores y actores políticos» es suficiente, sin embargo urge que el gobierno del estado inicie sus actividades normales para que la economía tlaxcalteca se reactive, pues a unos días de que venza el plazo legal -26 de marzo- se desconocen el cronograma de las obras que ejecutará en el 2017 la Secretaría de Obras, Desarrollo Urbano y Vivienda (Secoduvi).

El titular de la Secoduvi Francisco Javier Romero Ahuactzi se muestra incapaz y diminuto para el cargo que desempeña tras ser palomeado por Fabricio Mena Rodríguez, el poderoso hermano del mandatario. El ex diputado local que dice tener experiencia en el ramo de la construcción representa fielmente lo que será el gobierno de Marco Mena en materia de obra pública.

Al concluir casi los tres primeros meses del nuevo gobierno, se espera conocer el cronograma de obras que se ejecutará durante el presente año. Estoy casi seguro que se dará continuidad a lo que se venía realizando en la administración de Mariano González Zarur, porque al menos en el 2017 no se vislumbra ninguna obra emblemática de Marco Mena.

Las pequeñas obras al interior del estado y una que otra en la capital serán la constante, porque dudo que Francisco Javier Romero tenga la visión de proyectar obras relevantes que ayuden a la transformación de Tlaxcala.

Pero antes de que el titular de la Secoduvi tenga una ocurrencia, bien valdría la pena que en compañía de María Maricela Escobar Sánchez, contralora del ejecutivo, se dieran una vuelta por Ciudad Judicial y procedieran hacer efectivas las fianzas de la empresa encargada de su construcción, porque el inmueble es infuncional y carece de servicios básicos -telefonía e internet- para que los empleados del Tribunal Superior de Justicia puedan efectuar su trabajo.

La pusilánime Elsa Cordero Martínez que se desempeña como presidenta del Poder Judicial en Tlaxcala es la más interesada en tapar las fallas e irregularidades de esa obra, pero si en verdad el gobierno de Marco Mena quiere ser diferente debería iniciar una investigación para sancionar a la empresa y al ex titular de la Secoduvi Roberto Romano Montealegre que permitió esos pésimos trabajos.

Si hay un ex funcionario que representa la impunidad y la corrupción de la pasada administración es Roberto Romano que además de contratar a las empresas de sus familiares para realizar obras a lo largo y ancho del estado, también pagaba sobreprecios que le implicaron millonarias ganancias que hoy le permiten vivir como uno de los selectos y pocos ricos que hay en Tlaxcala.

Los dueños de las empresas de la entidad están a la expectativa del calendario de obras, pues su intención es participar en las licitaciones y ganar para evitar que sean constructores de Puebla o de otros estados los que concentren los trabajos tal y como sucedio en el pasado gobierno.

Pronto veremos si hay transparencia y claridad en materia de obra pública. Ojalá este gobierno no caiga en la tentación de tener empresarios consentidos como sucedió en la administración del panista Héctor Ortiz y en el gobierno del hacendado Mariano González.

Marco Mena tiene la última palabra.